Restaurante Támara Restaurante Lorenzo en Madrid
Restaurante Támara Restaurante Lorenzo
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:
Tipo de cocina:

Añadir vino por copa

Precio desde:
35,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Cierra:
domingo noche, Semana Santa, tres semanas en agosto y del 24 al 31 de diciembre
Nota de cata PRECIO MEDIO:
39 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.4
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
4.7
Comida COMIDA
8.1
Precio medio entorno ENTORNO
6.5
RCP CALIDAD-PRECIO
5.5
Comedor
Detalle de una mesa
Entrada
Opiniones de Támara Restaurante Lorenzo
OPINIONES
4

Pensabamos que la cena del 29-nov pasado iba a ser especial...y lo cierto es que nos llevamos una buena decepcion. 4 personas para cenar, local no lleno..y tuvimos que pedir y recordar 2 veces las cervazas de aperitivo.

Primero (fue y tortilla) para olvidar. El fue de carrefour y la tortilla sinsuficiente huevo, mas cerca de reservarse para el perro que de ser servida, lamentable.

Los segundos decepcionates. Un rape pasable, nada del otro mundo y un cordero que tenia dos bocados. Todo ello servido de manera basica y funcional.

2 vinos(nos sirvieron como afrutado un blanco seco diciendonos que eran iguales porque la botella era muy parecida, lo juro) y 2 postres completaros los 35e por persona que nos supieron (lo unico con sabor de la cena) a rejonazo del 15.

Honradamente, por calidad...esto no deberia pagarse mas de 12-15e por persona. La relacion con el precio es nefasta totalmente. No volveremos y por descontado, no lo recomendaremos.

Nos reunimos seis amigos, con el difícil propósito de encontrar un sitio digno en un domingo de agosto para comer en Madrid. Todavía quedan buenos samaritanos como Lorenzo, y su mujer María Ángeles, verdadera alma mater del negocio. Él, en ese punto tímido y retraído que conserva de sus raíces castellanas. Empezamos con dos entrantes obsequio de la casa, vasitos de gazpacho (le faltaba un punto de frío) y canapés de changurro sobre pan caliente, muy buenos ambos. Como entrantes "de pago" la inexcusable tortilla de patatas y cebolla (que debe encargarse previamente) INMEJORABLE y en su punto (en Betanzos no es mejor). como la ración es para dos, para mejor comprensión, 9 € per cápita tienen la culpa. Los no tortilleros compartieron un santo y sencillo revuelto de guisantes (naturales of course), con el huevo asustado únicamente (en mi opinión y como mandan los cánones al baño María) por 20 €. El otro entrante, fuera de carta y sugerido, unos magníficos boquerones a la bilbaína, cuyo aceitito con ajos y un punto de vinagre (mínimo) "obligaban" a unos ineducados "barquitos" (de un magnífico pan castellano) que se perdonan por ser comida informal. Como la ración llevaba únicamente ocho hubo que duplicarla, y los segundos llegaron mejores al estar en su punto de temperatura. 14 € cada ración. De segundos, un solomillo con sus patatitas fritas (no tengo opinión pero quien lo comió no se quejó) 20 €; unas magnífícas chuletillas de lechazo con sus riñoncitos (que probé y estaban de muerte) 18 €; dos calamares fritos en sartén (pueden parecerse mucho a las rabas cántabras, ya que Palencia es vecina de Santander) y que de haber estado menos salados no habrían vuelto a la cocina en algunos ejemplares (en honor a la verdad Lorenzo ofreció cambiarlos por otra cosa). 18 € cada calamarada. Y como debe ser siempre que uno vaya a esta casa, la menestra de verduras naturales (2 comensales) NO PUEDE FALTAR. Plato estrella, de merecida fama, que estaba para chuparse los dedos. 17 € cada una. De postres una panna-cotta de café espectacular y un arroz con leche asturiano, también muy bueno, a 6 € cada uno. Con la promoción de descuento las cantidades anteriores fueron bonificadas en un 40%. Pan a 1,50 €, muy bueno. Capítulo bebidas: cuatro aguas de medio (10 €), tres cerveza (9 €) y dos Ruedas (de 2012 y 2011, ya que el primero "se terminó) a 13 € cada uno, muy en punto y algo faltos de frío en el primer trago. Buen detalle de cambio de copas, aun la procedencia vecina de las bodegas. Siete cafés arábica premium, a un muy buen nivel a 2,50 € cada uno y dos chupitos que sí cobraron (quizás por aquello de la promoción, quizás por aquello de la seriedad castellana, a 3 € cada uno (creo que es mejor la impresión que queda si no cobras esto, pero para gustos se hicieron los colores, ya que cuando digo "chupitos" son efectivamente eso: un dedal relleno de líquido elemento. Restaurante de precios elevados, pero con la promoción del 40% en platos principales, se hace de precio de antes del euro.

El palentino Lorenzo García practica en su restaurante una cocina castellana sobria, sabrosa y con una finura y una delicadeza difíciles de encontrar. Es uno de esos cocineros que pese a llevar muchos años ofreciendo una excelente visión de la comida de toda la vida, no ha trascendido a los círculos mediáticos, por lo que Támara, (con tilde en la primera "a", ya que es su pueblo el que inspira el nombre de esta Casa) es una de esas joyas ocultas de nuestra capital.
Hasta hace pocos meses oficiaba en Avenida de América, en una zona de poco paso, en un local que podía pasar perfectamente desapercibido, pero afortunadamente se ha trasladado al Paseo de la Habana y los resultados no se han hecho esperar y son palpables, con llenos casi a diario. La decoración guarda una estética similar con el antiguo establecimiento; tras atravesar un pequeño recibidor con una barra, entramos en la gran sala de comidas a la que quizá le sobren tres o cuatro mesas. Maderas, tonos blancos, viejas botellas de Valbuena en las paredes y una cristalería y cubertería de calidad es lo que nos encontraremos en este espacio.
La oferta culinaria, como ya he adelantado, se basa en preparaciones tradicionales ejecutadas con sutileza. Podríamos decir que nos recuerda a la de aquellas tías solteronas y abuelas con mano en los fogones, no a todas, pues lo del axioma que sostiene que el conjunto íntegro de las venerables ancianas cocina bien, es otro de esos topicazos que se han extendido y que deberíamos ir desterrando.
Afirmar que la tortilla de patata es la mejor de España supondría caer en otra generalidad, pero a mí es de las que más me gustan por lo jugosa y churruscante que la preparan y por el punto perfecto que le dan al huevo, lo malo es que debemos encargarla de antemano y si son muchos los comensales ese día no tendremos la posibilidad de disfrutar de ella. Las menestras, los espárragos y los guisantes de temporada son otros de esos platos que no podemos perdernos, al igual que los callos, las chuletitas de lechazo, la merluza, las almejas a la marinera, el rape al ajoarriero, los calamares o los excelsos escabeches como el de pavo, cortado en finas láminas y aderezado con exquisito gusto. De postre recomiendo las deliciosas natillas, el riquísimo arroz con leche, un ortodoxo tocinillo o la mejor (y aquí sí que me atrevo) panna cotta del mundo entero.
Carta de vinos de influencia nacional y a buenos precios, con toda la gama completa de Mariano García e hijos, Riberas, Riojas, Bierzo, Toro y Portugal.
El servicio lo dirige la mujer de Lorenzo, María Ángeles quien con educación, simpatía y mano de hierro se ocupa de la sala y coordina al resto del personal.
Una apuesta siempre segura para quien busque ahondar en las raíces de la comida castellana sin conformarse con lo que todos conocemos. Un restaurante con recetas emblemáticas. Sabor sin disfraces.

Local sencillo con una decoración agradable y acorde con la comida que se sirve. Casera, sin grandes pretensiones, para amantes del buen yantar de toda la vida. Una cocina que invita a reunirse con la familia o los amigos para disfrutar de una buena mesa.
Debo decir que no he probado demasiados platos, ya que, desde que descubrí la tortilla de patatas y los callos, no puedo resistir la tentación. Hacía unos tres años que no visitaba el local...
El sr. Lorenzo García prepara una tortilla de patatas de auténtico lujo ( http://servicios.elcorreodigital.com/gastronomia/critica-restaurantes/restaurante240503a.html ). De hecho, sólo la prepara por encargo. Hay que probarla para comprobar cómo se prepara una tortilla de patatas "de verdad". Nada de tortilla hecha hace horas, reseca, prefabricada. Una tortilla de patatas para los amantes de tal plato. Jugosa, en su punto, con las patatas perfectamente fritas, el huevo casi líquido, exultante, un auténtico goce para el paladar.
Otro tanto ocurre con los callos. Preparados con "cap i pota" y un poco de chorizo. Con una pizca de comino. Este día estaban especialmente bien. Con su puntito de picante, que iba in crescendo hasta llegar a su punto justo con el último bocado. Muy diferentes de los "callos a la madrileña" que se encuentran por Madrid (y fuera de Madrid). Resumiendo, mejor que los de mi madre, que ya es decir
Y de postre, tocinillo de cielo. Lástima que la botella de Casta Diva con que pensaba acompañarlo no estaba a temperatura (tuvieron el detalle de decírnoslo). La alternativa era el Moscatel Oro de Torres. Nada más. La pana cota también es un digno colofón a semejante ágape.
Lamentablemente, no teníamos el cuerpo para vino, aunque me consta que tienen un más que buen surtido de Ribera de Duero.
En el lado negativo, el pan podría mejorar bastante. Son unos bollitos normales, nada apropiados para mojar en la salsa de los callos. Tienen la miga con una textura gomosa que no pone nada fácil el "mojeteo". Tampoco me gustó mucho que la "mestressa" (leridana como yo) llevase el pinganillo del teléfono colgado de la oreja. Me dio un poco de grima y contrastaba con el ambiente relajado del local.
Tomamos tortilla y callos para 2, tocinillo y pana cota, 2 aguas, un café y un refresco.
Local para fumadores.

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