Un año después de mi primer comentario y tras cuatro nuevas visitas vuelvo

Un año después de mi primer comentario y tras cuatro nuevas visitas vuelvo a confirmar que para mí no hay ningún restaurante en España donde se disfrute del vino como se hace aquí.

Sólo el recordar algunos de los vinos bebidos me pone la piel de gallina: Egly-Ouriet Blanc de Noirs VV, Champagne Leclapart L’Apotre 2001, Dönnhoff Hermansholle Trocken 2002, Vosne Romanee Clos du Château 2005 Comte Liger, Vega Sicilia Reserva Especial “Unico” lote de 1990, Marqués de Murrieta Reserva 1954, Château Pavie 1952, Marqués de Riscal Reserva 1925, Dönhoff Hermansholle Auslese 1994, Egon Müller Scharhofberger Spätlese 1994, etc., etc., etc.

Servidos, explicados, vividos e interpretados por alguien que ama el vino y consigue que tú lo ames y disfrutes igual que él: Andrés Conde. Todo un ritual cada vez que abre una botella y la sirve.

Por si fuera poco la comida, basada como siempre en una excelente materia prima, complementa perfectamente a los vinos. Doble disfrute.

La religión que profesamos los amantes del vino debería tener entre sus mandamientos la obligación de “peregrinar” al menos una vez al año a esta catedral enológica. Yo lo recomiendo fehacientemente. Imprescindible.

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