No sé a qué es debido que este restaurante tenga solo un par de comentarios, contando con éste (una estrella michelín un tanto en el anonimato). Posiblemente sea uno de los restaurantes con más tradición en el Principado, ya que se trata de la tercera generación de la familia Loya. Magnífico enclave (a pie de la playa de Salinas), perfecta recepción y unas materias primas de primera calidad junto con una elaboración sencilla pero con toques personales, sin fuegos de artificio. Se respeta al máximo el producto, fundamentalmente de la tierra.
Cuando entras percibes una atmósfera aburguesada pero sin pasarse. Un salón interior y dos con vistas a la playa, sin duda muy gratificantes. Mesas suficientemente separadas. Además el magnífico equipo de sala perfectamente uniformados como si hubieran salido de una escuela de hostelería clásica francesa. Hacía mucho tiempo que no veía un grupo de personas en sala tan homogéneo y tan profesional.
La carta muy versátil, con entrantes modernos y provocadores, mariscos y pescados de primera, y por si fuera poco, varias posibilidades en las carnes, incluidos asados de lechazo y caza.
Cestitas de panes variados.
Isaac Loya salió de la cocina para asesorarme y aconsejarme uno de los platos estrella de la familia: Virrey. Joven, muy simpático y agradable y, a la postre, un virtuoso de la cocina.
Cena para 1 pax:
- Buñuelo de atún toro: Un aperitivo de la casa que me dejó perplejo. Se trata de un taquito de atún muy poco hecho y rebozado con una fina y crujiente masa como la de los buñuelos. Lamento no recordar la emulsión que había en el fondo del plato, porque le iba que ni anillo al dedo. Detalles así aumentan las expectativas.
- Sardinas confitadas a baja temperatura sobre ajoblanco: Dos lomos de sardina de saltarse las lágrimas. Creo que el punto de las sardinas demuestra una maestría digna de elogio: Delicadeza.
- 1/2 de ensaladas de vieira a la brasa sobre geleé de tomate, crujiente de trigo y pack-choy: Otro plato delicado, pensado en torno de una soberbia vieira. El pack-choy (un tipo de acelga oriental) le daba al plato un toque exótico.
- Virrey al horno con su jugo y salicornia (una especie de espárrago de mar): Isaac mismo me presentó un magnífico lomo de ese pescado graso y piel roja, muy típico de la zona. Lo pedí sin ningún tipo de salsa. Fresco y jugoso a más no poder. Me pusieron aparte la salsa que normalmente acompaña a este plato, preparada con la cocción de la cabeza del pescado. Creo que podría ponerse como un entrante al tratarse de una crema con un sabor expectacular al pescado. Nunca hago fotos, pero creo que en este caso no hubiera estado de más.
- Coulant de chocolate con frambuesas y salsa de frutos rojos: 15 minutos de espera que merecen la pena. Soberbio chocolate (intenso sin llegar a margar) y muy ricas frambuesas. Además se acompañó de un sorbete de frutas de la pasión.
La carta de vinos fue una sorpresa para mi. Larga, muy larga, y con la supervisión de un atento sumiller. Por ejemplo más de 40 champagnes que harían las delicias de más de un forero (Dom Pérignon de varias añadas, como la del 73). Representadas todas las DOs nacionales, aunque por supuesto con mucha dedicación a la Ribera del Duero y Riojas (se podría haber hecho una vertical del Pingus con seis añadas diferentes, por ejemplo). Pero es que la presencia de la mayoría de las referencias francesas no se hacían de rogar, no solo Burdeos o Borgoñas. Precios razonables sin llegar al x2. Pedí Dominio do Bibei Lapola 2007 (21€ + iva) perfectamente servido en buenas copas Spiegelau. Atentos a rellenar y controlando en todo momento la temperatura.
Precio total: 85.86€ (inc. vino, pan y servicio a 2€ y una botella de agua de 1l a 2.50€)