Había perdido la cuenta de todas las veces que había intentado comer en este sitio, pero como siempre llamaba a ultima hora, la respuesta era invariante: “lo siento, estamos llenos” "¿Pero esto que es, El Bulli?" Al principio recibes la bofetada con resignación, pero cuando empieza a convertirse en costumbre, te cabreas y tiras la toalla: ¡¡che tu, a fer la ma!!
Pero por la boca muere el pez... y los que cometemos gula. Un cierto martes de hace unos meses, leyendo una de las crónicas precedentes (gracias Abreunvinito), aparece en el relato la Franciacorta. Al instante, se activa cierta zona del cerebro y aquel plan que habías desterrado tiempo atras se convierte de repente en una necesidad vital. Llamo inmediatamente, pregunto por el sábado a mediodía y me indican que solo queda una mesa para el segundo turno (15:15) que acaban de anular. Me lanzo al ruedo y reservo directamente para 4 personas. Acto seguido ejerzo de “reventa” con unos amigos a los que estamos intentando atraer a este lado ¿oscuro? de la gastronomía y que tras un par de buenas experiencias, cada vez se dejan seducir más: “Este sábado toca pasta buena y Franciacorta ¿os apuntáis?”
Llegamos un poco antes con la esperanza (infundada) de que alguien hubiera terminado pronto. Junto a la puerta una pizarra advierte “si quieres disfrutar un montón, pide nuestro menú degustación”. Mola. Este menú consta de 4 entrantes al centro, 2 o 3 pastas (*) y postre por 20€ pax, bebida no incluida.
Una vez dentro y a pesar de estar perfectamente descrito en los comentarios precedentes, no deja de sorprender lo minúsculo (y aprovechado) del local, aunque eso sí, todo vestigio de materia orgánica situada a la vista, luce espectacular. Al ver la carta de vinos y a pesar de mi escaso bagaje en el apartado enológico, me dio una excelente impresión, porque pude observar entre otros, un Barollo, dos Franciacortas, un par de Valdeorras y un Táganan. Doy por supuesto que contaba con más propuestas dignas de mención, que seguramente no supe apreciar. Nos decidimos por un Franciacorta La Montina extra brut que maridó perfectamente con la pasta.
Como anécdota, al pedir el espumoso nos ofrecieron muy amablemente una alternativa de la que solamente les quedaba un ejemplar (lo siento, no recuerdo el nombre). Esta es la típica situación en la que, seguramente con la mejor de las intenciones, tratan de ofrecerte un producto equivalente pero que se sale un poco de lo habitual. En el 99% de las ocasiones hubiéramos aceptado encantados solamente por aquello de la sorpresa-novedad, pero como íbamos con el plan “Franciacorta+pasta” en mente, nos rajamos y lo dejamos pasar, aunque solamente por el detalle creo que merecen esta mención.
Entrantes:
1.- Piadinas variadas
2.- Tartar de aguacate y pasas
3.- Flan de parmesano y trufa
4.- Tartar de potro con mango
Entrantes correctos y de bocado fácil, destacando sobre todo el flan de parmesano y trufa. El único problema es que a las 15:15 nos duraron un suspiro, a pesar de ir con el “freno de mano” puesto.
5.-Pasta e Fagioli
Ante mi incapacidad de retener toda la explicación que recibimos en italiano, solo puedo decir que me gustó. Se trata de un plato de aspecto quizá poco amable, muy autentico y absolutamente fuera de las preparaciones habituales. Se acompañó de una emulsión picante para añadir al gusto, que triunfó. Según nos comentaron, este plato había sido publicado en la prensa porque son los únicos que lo preparan en Valencia. Hay que probarlo.
6.-Pasta rellena de cochinillo
Una pasta cuyo nombre no recuerdo, similar a los tortellinis, con relleno de cochinillo. Se realiza una cocción de cochinillo de un par de horas de duración y después con los jugos y la carne desmenuzada se hace el relleno. El ansia por probarlo nubló nuestras mentes y en la imagen podéis ver el momento exacto en el que nos acordamos de hacer la foto.
Se acaba el segundo plato de pasta y cuando bajón ya es inevitable, “aparece” lo que seguramente sería un ángel con forma de camarero y dice:
-¿Tenéis hambre, queréis otra pasta?
-¿De verdad nos lo dice a nosotros?
-Si
-Si
La aparición inesperada de algo tan bueno en tu mesa, provoca un subidón similar a que tu equipo marque en el último minuto. El gol vale lo mismo que en el minuto 1, pero la alegría no es la misma. En este último acto nos deleitaron con una versión de pasta alle vongole a base de mejillones y taperas que, siendo de receta sencilla, nos supo a gloria. (*) Al final de la comida comprobamos en la cuenta que esta tercera pasta, no afectó al precio del menú. Gol de oro.
Con el regusto de la pasta en la mente, traen un variadito de postres bastante apañado, aunque a esas alturas, el partido ya lo habíamos ganado.
En definitiva este local es como los buenos perfumes, donde el tamaño del frasco es inversamente proporcional a la calidad de la esencia. Si te gusta la pasta de verdad, debes probar este local. Si te gusta mucho, como es mi caso, además debes volver, aunque sea difícil conseguir mesa.