El Matahambre manchego, eso sí es una tortilla guisada. Comida de pobres que hoy tanto se valora.
Un abrazo y bienvenido a Valencia. (No para el tío...)
Primera etapa del periplo leonés.
Directos en vena, a Valdevimbre, la capital del pietro picudo, célebre también por sus numerosos restaurantes-cueva. A uno de ellos fuimos, uno de los más populares (si no el más), La Cueva del Cura.
El lugar es precioso, singular. Una enorme cueva-bodega del siglo XVII (en realidad la unión de varias de ellas) reconvertida en restaurante hace ya más de dos décadas. Tiene numerosos “huecos”, de todos los tamaños, es inmensa. Y los fines de semana… se llena. Tremendo negocio.
Éramos una pareja y nos ubicaron en un hueco-sala de los principales. Al tratarse de un día de entre semana a mediodía, no había mucha gente.
Cocina leonesa tradicional, tiene fama por su tortilla guisada y sus carnes.
Pedimos, todo al centro:
• Cecina. Correcta.
• Lengua curada. Una delicia de embutido, el mejor plato de la jornada. Jugosa, sabrosa, con ese toque ahumadito…
• Morcilla de León. Mucho miedo... Esas morcillas norteñas tan ácidas son de las pocas cosas en el mundo que me sientan mal… pero no me pude resistir. La de León se presenta siempre en cazuela de barro y deshecha, la sirven como un paté grueso, y se unta en el pan, por cierto, gran pan. Rica. Y no me sentó mal.
• Tortilla guisada. Le tenía yo ganas a este plato, no lo había probado nunca pero había oído maravillas de él. Un auténtico chasco. Se trata de una tortilla de patata que una vez hecha se cocina de nuevo en una salsa de tomate, pimentón a saco y pimientos. El guiso estaba muy rico, pero la tortilla pésima (una constante en nuestras andaduras gastronómicas leonesas, las malas tortillas que contrastaban con todo lo demás de allá, que está siempre bueno). El huevo parecía excesivamente batido y cuajado, y la patata en lugar de frita como cocida.
• Chuletillas de lechazo al sarmiento. Buena textura pero no andaban sobradas de sabor.
• Leche frita. Bien, caseras, bien.
• Canutillos de Mercedes. Agradables, comedidos de azúcar, considerable hojaldre con el relleno de una seria crema pastelera.
Bebimos, cómo no, un prieto picudo rosado, el que nos aconsejaron como el mejor de la carta, un 3 Palomares pietro picudo rosado 2013 que fue servido en copas aceptables. Un buen vino, pero a mi gusto excesivamente “chuche”. En los rosados me gustan las fresitas, no tanto las chuches de fresa.
El servicio, familiar, cercano e implicado.
Bueno, pues una comida corriente con alguna grata excepción, en un pueblo y en un entorno especial.
Hay que ir. No sé si a éste o a otro, pero si se va a León hay que pasarse por alguna de las cuevas de Valdevimbre.
El Matahambre manchego, eso sí es una tortilla guisada. Comida de pobres que hoy tanto se valora.
Un abrazo y bienvenido a Valencia. (No para el tío...)
A mí los rosados, en cambio, no me acaban de convencer normalmente por esos dulzores. Si alguno me gusta es porque tiene una buena acidez.
Eso morcilla tenía que estar como para no parar de ponerla en el pan.
Saludos!
A ver si me llevas a comerlo, oño!
Abrazotes, gallu!
Hay alguno "de la vieja guardia" que tienen acidez y menos dulzor...
Esos están de morirse
Y la morcilla leonesa, un pecao (pero otro día, me pasé con ella en Astorga y vaya nochecita!
Saludotes
Que buena pinta esa morcilla... y ademas con un gran pan !!!
A continuar disfrutando,
Un saludo
Joan
La morcilla es uno de los alimentos que prefiero siempre. Se me hace irresistible.
En Salamanca encontré un lugar con más de 100 morcillas diferentes. Casi me quedo para siempre.
Buen festival
Saludos
Eso intentaremos!
Saludos
Aurelio
Una cosa rica, sí señor.
Como las de Burgos... ¡ninguna!
Una de las mejores experiencias que recuerdo fue una cata de morcillas de Burgos en el restaurante El Vallés de Briviesca: Quintanar, Briviesca y Sotopalacios. Qué matices! Y a esas tres le uní la de Oña (Morcillas Mari Paz) de la que llevo siempre su recuerdo en el paladar, pues es de familiares míos.
Un abrazo
Hasta que visité el Priorat, nunca imaginé comer una tortilla de espinacas servida en cazuela de barro sobre bacalao y judías blancas, la llamada “truita amb suc”. ¡Muy buena!
http://www.vinowine.es/restaurantes/el-piro-otra-tortilla-es-posible.html
Sí, me han contrariado... sí, je je, cómo me conoces.
Hace unos pocos años, ningún prieto picudo sabía a chuches, oño!
Ya sabes la idea, vinos fáciles para la juventud y no avezádos.
Aurelio estoy leyendo ahora algunos de vuestros periplos por tierras leonesas y me sorprende lo que repites sobre las chuches en los prieto picudo... Cuando vamos "al pueblo" (de Juan) te aseguro que es el unico liquido que bebemos aparte de los GT, y generalmente no son muy golosos. Yo encuentro mas chuches en rosados navarros o de Cigales que en estos. En concreto el 3 palomares no lo conozco... ya lo probaré... Besos
Tienes razón Rosa, yo todos los prieto picudos que había tomado hasta ahora eran más "serios".
Yo no sé si es una moda o alguna propiedad de la cosecha 2013 (seguro que es lo primero), pero tomé muchos con, a mi juicio, exceso de "golosura".
Pero alguno quedaba bueno, ¿eh? jaja
Besos
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