Local ubicado en un caserío de la pequeña localidad de Sarría, en las

Local ubicado en un caserío de la pequeña localidad de Sarría, en las faldas del monte Gorbea. El comedor, al que se accede por una escalera, es impersonal y carece de gusto. La carta se compone de platos del recetario tradicional vasco y otros de corte más moderno. Probamos ensalada de bonito (el pescado pasado de plancha, por lo que estaba muy seco), ravioli de foie con trufa sobre fondo de crema de hongo (aceptable), chipirones a la plancha (pasable, sin más) y rabo de vaca deshuesado sobre fondo de carne y pure de manzana (para chuparse los dedos). De postres, cuolant de chocolate (plato mal montado, aunque aceptable de sabor) y helado de queso con coulis de frutos rojos (rozando el pasable). La carta de vinos deja bastante que desear, pues no ponen la añada y se centra casi en exclusiva en los Riojas más clásicos. Las copas para tomarlo son de agua. Servicio poco profesional. Una persona, inidentificable de la clientela, pues vestía de calle, hacía las veces de maitre, sumiller y camarero. Precios medios (2 personas: 110€). Aunque puntúo con 3 la comida, su nivel, utilizando el criterio que hasta ahora he seguido a la hora de valorar restaurantes, está un poco por debajo.

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