Restaurante en bonito caserio, tiene un comedor en la segunda planta, pero a nosotros nos sentaron en otro que tienen en una planta baja. Rustico, sin nada destacable, pero a la vez nada desdeñable. Es un restaurante de producto, donde su iniciativa de cocina moderna no acaba de cuajar. Me explico, tienen un producto magnifico que saben cocinarlo a las mil maravillas de una manera tradicional. Algunos platos quiren darle un toque mas moderno, pero no consiguen acercarse ni remotamente a su cocina clasica. Como ejemplo, los segundo que elejimos eran tradicinonales (cabrito y ciervo) y estaban impresionantes. En cambio, el primero (pencas) querian darle un toque moderno, y digamos que se quedaba en un aprobado raspado.
La carta de vinos muy curiosa....en la que te traen a la mesa, lo mas clasico de la rioja. En cambio, como me habia fijado que tenian cosas interesantes en barra, les pregunte si tenian algo diferente fuera de carta. Me ofrecieron 7 vinos de diversas DO a muy buen precio, ademas de ser bastante peculiares.
Un servicio cercano y amable, pero poco profesional. Nosotros comimos muy a gusto, pero no se debe buscar un servicio de alto standing.
En general, buen sitio, 100% recoemdable, volvere cuando vuelva por la zona de Murgia.

Local ubicado en un caserío de la pequeña localidad de Sarría, en las faldas del monte Gorbea. El comedor, al que se accede por una escalera, es impersonal y carece de gusto. La carta se compone de platos del recetario tradicional vasco y otros de corte más moderno. Probamos ensalada de bonito (el pescado pasado de plancha, por lo que estaba muy seco), ravioli de foie con trufa sobre fondo de crema de hongo (aceptable), chipirones a la plancha (pasable, sin más) y rabo de vaca deshuesado sobre fondo de carne y pure de manzana (para chuparse los dedos). De postres, cuolant de chocolate (plato mal montado, aunque aceptable de sabor) y helado de queso con coulis de frutos rojos (rozando el pasable). La carta de vinos deja bastante que desear, pues no ponen la añada y se centra casi en exclusiva en los Riojas más clásicos. Las copas para tomarlo son de agua. Servicio poco profesional. Una persona, inidentificable de la clientela, pues vestía de calle, hacía las veces de maitre, sumiller y camarero. Precios medios (2 personas: 110€). Aunque puntúo con 3 la comida, su nivel, utilizando el criterio que hasta ahora he seguido a la hora de valorar restaurantes, está un poco por debajo.