Mirar y comerse un cuadro

Para cualquier neófito en el mundo del arte resulta complicado expresar lo que se remueve al contemplar un cuadro. En La Troka te sirven los cuadros algo más arriba del regazo, muy cerca de los órganos sensoriales. La respuesta del cuerpo y de la mente surge de forma inmediata, sin la necesidad de demostrar lo que se sabe. A la vista los colores y los volúmenes brillan con equilibrio. Los aromas acarician. El sabor invade para sorprender. El sonido se presta a la contemplación y también a la conversación, desde el clinc de las copas hasta el buen jazz.

Te sirven un cuadro interactivo multidimensional, y por esa experiencia no hay que pagarle a un gurú una millonada.

La Troka ayuda al hedonista a reafirmarse en su opción.

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