Si analizo lo comido, el eficaz servicio de sala que explica cada plato en detalle (tanto su origen oriental como el modo de hacerlo en DiverXo). Si pienso en la carta de vinos; muy amplia y con selección de zonas, variedades y añadas. Con un servicio atento a rellenar la copa y que en tres ocasiones introduce una copa extra (manzanilla, pinot gris y garnacha tinta) para "reforzar" la experiencia de un plato concreto. En fin, si pienso en todo ello la nota debería ser 10.
Sin embargo mi expectativa era otra. Yo esperaba cocina de aquí "orientalizada" y realmente creo que se trata de un restaurante oriental con una técnica muy depurada. En alguna ocasión los sabores del menú me recordaron a los probados en Nobu pero la mayoría de veces mi paladar transitaba por Hong-Kong o por la China continental donde me ha llevado algún que otro viaje profesional. Quizás la única concesión a nuestros gustos es moderar la cantidad de picante pues allí resulta casi imposible acabar una comida en un restaurante sin que la boca esté al rojo vivo. Quizás es por culpa de lo que yo esperaba que no puntúo con un 10 ya que desde que te sientas hasta que te levantas los sabores, presentaciones y todo lo que rodea el ágape está a un nivel muy alto.
Elegimos el menú Diverxo (120.-eur) compuesto por 11 platos y como apunta algún comentario anterior es imposible explicarlos. Sólo resaltar el atún (¿melva?) ahumado con sarmientos y los dim sums presentados de varias maneras. También un "dim sum" enorme hecho a base de cerdo y comido como sam coreano acompañado de un vaso de salsa agridulce (¿soja?) para mojar (lechuga + carne) . Ademas disfrutamos de los "clásicos" como la gamba frita al revés o el mejillón tigre. Ambos sobresalientes. También memorable la versión del pato pekines ejecutada con cochinillo.
En los postres resultó espectacular las nubes de violeta con nueces de pecan y el chocolate en polvo con un pastelito de chocolate y tofu.
Otro detalle interesante es que no sirven pan. Al inicio del menú sirven algo parecido a pequeñas habas que se comen como las pipas (dejando la corteza fuera) y mojando en una salsa picante peruana. La verdad es que es imposible recordar los detalles pero sólo puedo decir que las presentaciones y sabores eran muy singulares y elaborados.
En cuanto a bodega optamos por un Selosse Substance que fue capaz de aguantar el tsunami de sabores con los que nos invadió el menú. Servicio atento a rellenar copa en pequeña cantidad para evitar que se calentase el champan en la copa.
La verdad es que tardaré tiempo en volver pues no es mi tipo de comida y sigo dudando si es mi idea inicial la que hace que la nota no sea 10. El precio es sin vino.
Por último añadir que el sistema de reservas vía web funciona a la perfección y es mucho más comodo que el teléfono