Elegante simplicidad

En demasiadas ocasiones la sofisticación se confunde con la extravagancia, con lo pomposo, con una artificiosidad falsa. El boom adriniano de la alta cocina viene siempre acompañado del debate entre tradicionalismo y vanguardia. En muchas ocasiones yo mismo me he visto involucrado en debates sobre la cocina “de verdad” y los inventos y las técnicas que nos quiere vender la alta cocina.

Recomiendo encarecidamente a los profetas de lo auténtico, de lo “verdadero”, de lo de “toda la vida” una visita a este Dos Cielos para comprender como se aúna ese concepto de lo simple en una cocina absolutamente vanguardista. ¿Qué más vanguardista hoy en día que una vieira melosa a más no poder acompañada de alcachofa del temporada del Prat? ¿Qué más rompedor que un excelso arroz negro con espardenyes? ¿Qué lujo mayor que un cabrito cocido a baja temperatura ligeramente lacado? Algunas de estos platos los tuve ocasión de disfrutar en la velada de este sábado. Una cena francamente redonda en mi primera visita a este cielo de los hermanos Torres en el hotel Me. Maravilloso enclave. Y es que a veces lo más complicado es retornar a esa simplicidad que destaca por el equilibrio y la precisión en la técnica. ¿Cómo transportar en su punto exacto de cocción el sabor del mar de un buey hembra con un caldo de galeras? ¿Qué sucede cuando te ponen delante un mero de fondo cocido, ligeramente perfumado de romero? ¿Y una crema fría de vainas con trufas de verano? Para mí, todo un monumento a lo que muchos puristas denominan “lo de siempre”. Incluso los buñuelos de bacalao y el crujiente con puré de patatas con flores silvestres que nos pusieron como snack destacaron en este conjunto deliciosamente elegante junto a “la joya”, un petit four de bombón en una caja Montblanc. Una mención merece la oferta de panes (blanco, cereales, aceitunas negras, parmesano) y el aceite de oliva (olvidé preguntar cuál era)

La carta de vinos resulta amplia y en nuestro caso elegimos un Joh. Jos. Christoffel Erben Erdener Treppchen 2006 (Mosel-Saar-Ruwer) para empezar, un riesling spätlese con notas muy minerales en nariz y goloso en boca, pero equilibribado, con buen nivel de acidez. Seguimos después con un Ferrer Bobet 2008 (D.O. Ca. Priorat) excelente ensamblaje de garnacha y cariñena y algo de cabernet, muy equilibrado con predominio de las notas de madera. Por lo demás, servicio atento y discreto sin caer en lo ampuloso, cubertería correcta y copas Schott-Zwiesel. El espacio es cálido y la distancia entre mesas correcta aunque le resta algo de encanto un par de columnas que parecen “romper” un poco la magia. La cocina integrada casi en el mismo espacio. Como ya se ha dicho entras por la cocina y te recibe uno de los hermanos. Magnífica la terraza donde estuvimos tomando una copa de cava antes de la cena y donde acabamos la velada con unas copas. Ni que decir tiene que las vistas son impresionantes. En resumen, una recomendación para disfrutarla.

Recomendado por 1 usuario
  1. #1

    manubcn

    Excelente comentario, yo tuve la suerte de celebrar la cena de fin de año en el Dos Cielos y coincido en lo que ofrece y transmite este local, tengo prevista otra visita en breve para disfrutar la terraza con una copa a 70 metros de altura sobre Barcelona.

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