A tener en cuenta

A pesar que la valoración final de nuestra visita a Kaymus fue muy positiva, creo necesario contar un percance que a punto estuvo de hacer que nos fueramos del restuaurante sin cenar. Pedimos el menú de noche y puesto que mi acompañante era alérgica al marisco preguntamos al maitre si nos podían cambiar los platos de marisco por cualquiera, primero nos dice que sí y luego vuelve diciendo de malas maneras que "tienen mucho lío en la cocina", que "no nos pueden cambiar ni un plato" y que pidamos a la carta, a lo que respondí un educado, "vale, nos vamos". Nos levantamos de la mesa, y ya en la salida, una mujer, supongo que la dueña, después de preguntarnos porque nos íbamos, entró a la cocina y salieron ella y el cocinero diciendo que lo sentían, que había sido una confusión, que habían tenido un problema de personal esa misma noche y que estaban algo estresados y que nos cambiaban los platos de marisco, puesto que ya era tarde para buscar otro sitio y las disculpas fueron correctas, decidimos dar una oportunidad y mereció la pena.

Cómo ya se ha comentado anteriormente el local está decorado con mucho gusto, una iluminación perfecta, con una adecuada separación y situación de las mesas, con mantelería, cristalería y vajilla a un alto nivel. Carta de vinos completa y servicio de vinos aceptable, aunque en un par de ocasiones nos quedamos sin vino en la copa, escogimos Pétalos del Bierzo 2007. Servicio de sala bueno teniendo en cuenta que habían tenido un problema con un camarero y tuvieron que buscar a un sustituto a última hora. Un fallo fue el ponernos los platos en la mesa sin decir lo que era cada cosa.

Pedimos el menú de noche de 32 euros compuesto de los siguientes platos:
-Vichyssoise: muy buen sabor, servida en caliente.
-Croquetas de cocido: estaban ricas pero puestas al centro como si de un bar de tapas se tratara sin acompañamiento ni nada, la presentación no pegaba con el resto de platos que se sirvieron.
-Milhojas de foie con manzana: buen producto y bien elaborado, se notaba que el mi-cuit era casero.
-Chipirón relleno de "blanquet": lo que más me gustó, un mar y montaña con una salsa de tinta de chipirón y un aceite verde.
-Presa con salteado de setas y manzana: perfecto punto de cocción de la pieza de cerdo aunque algo corto en la guarnición, puesto que cuando aún me quedaba media pieza de carne ya no había setas por ningún lado.
-Pionono con fresas, helado de vainilla y salsa de manzana: El Pionono, dulce típico de Santa Fé, uno de mis favoritos, y que por primera vez veo en un postre de restaurante, hubiera sido un postre excelente si no llega a ser por la manzana, que aunque supongo que su finalidad era contrarrestar el sabor dulzarrón del Pionono, en esta ocasiónla su ácidez extrema no pegaba.

Genial el surtido de panes. Finalizamos con una copas de Moscato D'asti cortesía de la casa y con una larga charla con el cocinero, un chaval que pienso que puede dar que mucho hablar. Nos alegramos de haber tomado la decisión de quedarnos.

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