Buena opción al lado del Ayuntamiento

Después de conocer el local en persona tras la ruta Dtapes de este año, hemos vuelto para comer a mediodía.

Como bien describe Héctor, el restaurante tiene dos plantas. La primera es muy sobria pero cuando bajas a la parte inferior, descubres otro mundo diferente. Preciosos arcos, paredes de piedra, luz, historia ... Además del comedor inferior que es amplio con buenas separaciones entre mesa y mesa, a la izquierda tienen un privado calculo que para unas 20-30 personas muy coqueto.

Todas las mesas tienen mantelería y muy buenas copas de vino. Agustín, el dueño y Jefe de Sala es encantador y muy correcto, estando muy pendiente de todas las mesas que hay hoy en el local. El privado ocupado y en el comedor principal, atiende junto con otro camarero a cuatro mesas más.

El menú de mediodía es cantado, habiendo tres opciones de primeros, segundos platos y postres. El vino un Castrell con de Rosa María Torres de la D.O. Conca de Barberá, que está bueno. Nos ofrece unas croquetas de atún muy ricas de aperitivo. Primeros platos: Berenjena rellena de butifarra y espinacas y Crema de calabacín con perfume de mejillones que estaba un poco sosa, pero que se arregló poniendo un poco de sal. Segundos platos: Secreto ibérico con huevo frito y patatas paja, Jurel fresco de Tarragona con arroz pilaf y espuma de aceite y Rosbeef con mostaza antigua. Las tres opciones estaban muy buenas y las cantidades más que correctas, para tratarse de un menú de mediodía. Los postres: Panacotta, Tiramisú y Magdalena de chocolate, a pesar de que la presentan como un Couland.

El trato, el local, el servicio muy bien. Tienen una opción de menú en fin de semana por 22 euros (IVA incluido).

Volveremos a la carta.