Tercera visita a este entrañable restaurante asturiano y tercera satisfacción. El corral denota experiencia y consistencia en su cocina. Es una coquinaria de enjundia, de muchos años previos de trabajo y dedicación, proyectados en platos exquisitos, contundentes, mar-tierra. En ocasiones se alcanza el máximo nivel como en las navajas con papada ibérica y regaliz, untuoso, pantagruélico, sabroso y sorprendente en sus contarstes, o en el original y creativo tembloroso de afuega´ll pitu, con contrastes, imaginación, texturas y belleza en su puesta en escena. Ofrecen actualmente un menú de 77 euros, satisfactorio, pleno con excelentes aperitivos( no perderse el bombón de cabrales y manzana, que pronto comercializaran) o el chocolate frito del postre, magnífico. No entendí la carne del final , un gochin astur, que en mi opinión no encaja ni está a la altura del resto del menú. Servicio, amable, cercano, casi familiar, con un servicio y oferta suficiente de vino , en un marco clasico y hogareño o en la terraza cerrada. Ah¡¡, no quiero olvidarme del maravilloso pan de escanda que ofrecen.Sólo uno , pero magnífico, pesa, con miga, riquísimo, hay que probarlo
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