Sala mas que correcta en iluminación, menaje, separación de mesas, etc. y con servicio superior a la altura de una michelín (guantes para el cambio de servicios, atentos a rellenar copas, amable sin agobiar, etc.).
Pedimos el menú de ocho platos-platillos: gazpacho de melocotón con berberechos al jerez (rico), milhojas de foie y anguila ahumada con manzana caramelizada (el mas clásico Berasategui), ensalada tibia con moluscos y jugo de tomate iodado (acertada la delicada combinación), el platillo de hinojo en tres presentaciones -espuma, risotto y natural- (el que mas me asombró: estupendo en su simplicidad), lomo de salmonete con escamas comestibles y fondo de ¿acelgas? y sopa/crema de tomate (también bueno), huevo a baja temperatura con crujiente (bueno sin ser remarcable), taco de buey con acompañamiento (el mas previsible y algo sobrado de punto, abundante) y el soufflé de chocolate con helado (rico para golosos como yo).
La carta de vinos buena en espumosos (bien de champagne y suficiente en cava), aceptable en blancos (a faltar algún criado en madera español y justa en otras nacionalidades) y escasa en tintos (sólo añadas muy recientes). Precios ajustados (P.V.P. x 1,5 o 2)
Me equivoqué en la elección del vino -exclusiva mea culpa- por hacerla antes de conocer la composición del menú (Imperial reserva 2005 a 29 €).
Muy floja la existencia de vinos "de postre" por copas (tan sólo 2 moscatel: Ochoa y un Málaga que fue el que pedimos bastante anodino), y después tomamos con los cafés sendas copas de oporto (me pareció demasiado reciente).
Eché a faltar la posibilidad de tomar el menú "maridado" por la casa porque hubiese pedido diversificar (al menos 2 o 3 diferentes, descabellado por botellas si sólo eramos dos comensales) el vino en conjunción con los platos.
pongo el precio con vino (incluso los dulces), agua, cerveza, cafés, etc.