Uno de los grandes

Las últimas vacaciones en Cádiz las hemos pasado con una pareja de amigos que apenas conocen la zona. Durante las dos semanas que hemos compartido les hemos llevado a visitar los lugares que más nos gustan y en el apartado gastronómico no podía faltar este restaurante de Medina Sidonia, que según mi opinión es uno de los imprescindibles de la provincia. Aunque su cocina marinera alcanza un buen nivel, mayor interés tiene, desde mi punto de vista, la basada en los productos del campo. Así, en su carta destacan los platos de caza, los guisos, las sopas frías, las carnes de vacuno y otras muchas preparaciones de la cocina gaditana de interior. Su maestría la muestran también en algunas elaboraciones de autor, destacando en este apartado sus postres.

Reservamos de víspera, pues nos apetecía que nos ubicaran en alguna de las mesas del fondo, donde el comedor tiene más encanto. Mientras ojeábamos la carta tomamos una copa de manzanilla Solear, en unos casos, y una cerveza, en otros. La intención a la hora de pedir era que nuestros amigos conocieran algunos de los platos que en ocasiones anteriores tanto nos han gustado, de manera que pedimos lo siguiente para compartir:
- Láminas de manzana desecada con paté de liebre: servido como aperitivo por gentileza de la casa, fue un comienzo original y agradable.
- Croquetas variadas: de diversos sabores, estaban muy bien elaboradas, cremosas por dentro y crujientes por fuera.
- Ensalada de salmón: se trata de una ensalada a base de salmón ahumado, frutos secos, queso de cabra y lechugas varias. Un plato normalito, que yo no habría pedido, pero se trataba también de no dejar fuera las peticiones de los demás. Sin duda lo más flojo.
- Milhojas caramelizado de queso de cabra, foie y manzana: deliciosa elaboración que recuerda a uno de los platos más afamados de Berasategi. No llega a su nivel, pero anda cerca.
- Ravioli de rabo de toro: una exquisitez de potentes sabores, el de la carne del relleno y el del queso de la salsa que acompaña al ravioli.

Como segundos cada uno pidió una cosa distinta:
- Rabo de vaca guisado: notable, con la carne tiernísima, soltándose del hueso y una salsa de profundo sabor. Este fue el plato elegido por mí.
- Pollo de campo guisado: en un restaurante donde bordan los guisos tradicionales este no podía estar mal. Lo probé y estaba tan bueno como el mío.
- Dorada a la plancha: perfecta elaboración del pescado, muy jugoso y de buen sabor.
- Brochetas de rape con verduras: correcto
- Solomillo de ternera con queso gratinado: lo pidieron mis hijas y la carne era pura mantequilla.

En los postres hubo deserción generalizada, pues la mayoría estaban demasiado llenos, pero estando aquí no era plan de marcharnos sin probar un postre delicioso:
- Torrija caramelizada con fresas y helado de coco: una exquisitez. Sin duda una de las mejores torrijas que uno pueda encontrar.

Respecto al vino, cuentan con una carta algo reducida para un restaurante de su nivel y con demasiado protagonismo de riojas y riberas. No obstante, disponen de unos poquitos vinos locales, pero casualmente dos de los que pedimos estaban agotados, así que como alternativa nos conformamos con un Cortijo de Jara 2010, que no acabó de convencernos. Una botella entre tres bebedores de vino se acaba pronto y como no nos apetecía repetir nos pasamos a los riojas, siendo el elegido un Gran Albina 2003, que se portó dignamente.

Muy buena experiencia nuevamente, de manera que lo seguiremos visitando siempre que haya ocasión.