Restaurante El Vallés en Briviesca
Restaurante El Vallés
País:
España
Provincia:
Localidad:
Cód. Postal:

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Precio desde:
45,00 €
(precio más bajo introducido por un usuario)
Nota de cata PRECIO MEDIO:
45 €
Nota de cata VALORACIÓN MEDIA:
6.5
Servicio del vino SERVICIO DEL VINO
5.0
Comida COMIDA
7.0
Precio medio entorno ENTORNO
7.0
RCP CALIDAD-PRECIO
7.0
Opiniones de El Vallés
OPINIONES
2

Animado por el recuerdo de una celebrada merluza servida con el primor que únicamente saben hacerlo esas señoras (que ahora se llaman restauradoras) me senté ilusionado a cenar y hasta el principio prometía por la degustación de tres aceites y tres sales con un pan magnífico. Sin embargo una carta muy escueta (nada que ver con la que figura en la página web, desconozco si porque era la cena o porque ya no es lo que fue, en la que predomina la oferta de menús (20 o 35 € el degustación a mesa completa, lo que es una limitación). Mis acompañantes piden el menú, que consiste en un timbal de setas con una cama de patatas, que no enamora, y una menestra de verduras nada más que correcta. Los segundos consisten en una merluza a la plancha con ajada o un bacalao con patatas, ambos pescados muy frescos y correctamente cocinados, en raciones aceptables. Los menús terminan con postres dulces sin nada reseñable. Yo, con la "merluza Vallés" en la intención desde que salí de Madrid, me la pido (25 €) y sigue estando muy buena, con un rebozado muy fino y en su punto de sal. La calidad del pescado ya no impresiona, pero sigue siendo superior. De entrantes unas muy buenas y clásicas morcillas briviescanas con unos pimientos cristal insuperables y nos quedamos con las ganas de las no menos clásicas croquetas, que nos dicen que se han terminado. Todo regado con un Marqués de Riscal Limousin de 2009, a punto de temperatura, pero que las camareras no sirven y hay que proveerse de la cubitera dejada junto a la mesa (23 €). Carta de vinos correcta, con alguna concesión a denominaciones de origen no Rioja o no Ribera.

Este legendario restaurante, que llegó a ser catalogado allá por los 80’s como “uno de los tres mejores restaurantes de carretera de España”, ha reabierto sus puertas tras 12 años de inactividad.

Ubicado en las afueras de Briviesca, en plena nacional Madrid-Irún, goza de unas magníficas instalaciones, tanto en lo que concierne al hotel como al propio restaurante. Una pena sus inacabados accesos, lo desmerecen totalmente.
Local impecable, de corte neoclásico. Limpio, amplio, diáfano, luminoso. Se experimenta una sensación regresiva, al menos de 30 años, adentrándote en una atmósfera elegante, distinguida, con ese tipo de clase que tenían antes tan arraigadas las ciudades norteñas.
Suelo de damero, sillas de tela de Damasco, grandes lámparas modernas imitando a las de época, cuadros de planos antiguos de barcos, submarinos y dirigibles…
Música de ambiente más alta de lo normal, que está presente sin llegar a molestar y bien seleccionada.
La cubertería y la vajilla sin embargo no están a la altura esperada.

En cuanto a la cocina, la adecuada para el local: regional con medidos y prudentes pasitos de autor.
De sus propuestas probamos, en todos los casos con generosidad en las raciones:

• Como entrantes:
--- Crujiente de Hongos, lágrima de huevo a baja temperatura, foie emparrillado y chalotas.
--- Degustación de Morcillas de Burgos: Quintanar, Briviesca y Sotopalacios (espectacular la de Quintanar)
• De principales:
--- Merluza “Vallés”, uno de los platos que le dieron fama en la anterior etapa, y que no es sino un soberbio trozo de merluza, a la romana. Al tratarse de una pieza tan grande, y supongo que al freírlo no mucho tiempo a alta temperatura, resulta un plato francamente delicioso, destacando su jugosidad y la calidad de la materia prima.
--- Cochinillo confitado en su jugo: muy sabroso pero desacertado en la textura, sobre todo la de la piel, un tanto gomosa.
• Buenos postres, con una amplia gama de tartas caseras.

Carta de vinos, como cabía esperar, no muy amplia y centrada en Rioja y Ribera del Duero, contemplando varias referencias ilustres.

Servicio muy profesional, aunando dos virtudes que raramente caminan juntas: discreción y cercanía. Uno de los miembros del equipo, Amador, que fue quien nos atendió, trabajaba de muchacho en cocina, de pinche, y 15 años después ha vuelto, esta vez a sala, a un puesto de responsabilidad. Lo vive, y eso se percibe y agradece.

La mejor opción de la comarca.

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