Un sitio para recordar

Conocí este local (bar-restaurante) a principios de los años 80 y ya se clavaba en el alma.

Hoy, Mari y sus hijos lo siguen llevando con diligencia, con agrado y con un género y unas presentaciones acordes con los tiempos que vivimos.

Es para mí un regalo regresar por su local de vez en vez. Siempre me sorprenden.

El menú diario es, para su precio (10,50€) bebida aparte, largo y sublime en calidad y presentación. Para ese precio, excelente servicio de mesa, aunque las servilletas sean de papel (a mí me da lo mismo si no me asesinan el bolsillo). Decoración muy art deco y limpio "como los chorros del oro".

Uno no sabe si debe hacer este tipo de comentarios porque al final igual no hay sitio para los de toda la vida, pero es Un sitio para recordar.

Lo dodido es aparcar pero yo voy en scooter.

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