Un local frente a un hospital significa que tiene que hacer buenos almuerzos y buen menú a medio día. Desde 1970, entonces como Bodegas Loli cuando inauguraron Paco y Loli, no había hospital y por ello funcionaba como bodega; en 1994 ya arrancan como restaurante con sus famosos bocadillos de pan de chapata que ellos mismos hornean y cuidan ("los lolitos"); en 2006 nuevos tiempos y modernización del local al unísono con la zona y su crecimiento. Ahora es un local casi cuadrado en la esquina de dos calles, con mucha luminosidad por los amplios ventanales a la calle (con el ruido interno consiguiente); dispone de mesas en la acera a modo de terraza y en el interior deja la barra con banquetas a la derecha, con una zona de preparación de bocadillos en el acceso contiguo a la cocina; unas mesas amplias cómodas sin mantel, sillas aceptables, copas y vajilla básicas.

El servicio es rápido y efectivo; dispone de una carta de almuerzos (no hay esmorzar popular, aquí se cobra la bebida) con el clásico pan entero "lolito", más otra carta, más corta, con bocadillos en tamaño medio y entero; el pan es sobresaliente aunque viene abierto en su totalidad y es fácil que su relleno acabe manchando la ropa.

Para beber vino básico (Casa Valdes tinto) con gaseosa; te sirven directamente las aceitunas y los cacos fritos con sal por cortesía de la casa.

Los bocadillos:

. tortilla de patata: con un leve toque de allioli, en pan diferente que cumple; tortilla en buen punto pero le faltó complementar con algo más que no se pidió.

. campanar: clásico del almuerzo valenciano con embutido con habas fritas; referido como más que notable.

. gourmet: composición más arriesgada con solomillo de cerdo ibérico, cebolla caramelizada y queso philadelfia; todo aporta a una carne muy tierna sin pasarse de fuego quedando jugosa y bien troceada. Muy bien.

Finalizamos con unos muy buenos cremaets preparados en el momento y eso se nota; para repetir pero el grupo de compañeros de colegio hoy vino más reducido y se acortó la sobremesa; ya se preparaban para el menú (15,50€ sin bebida) de medio día sin descuidar una amplia carta y tapas como reza su nombre actual: Restaurante Lolitos: Tapas y más.

Conocí este local (bar-restaurante) a principios de los años 80 y ya se clavaba en el alma.

Hoy, Mari y sus hijos lo siguen llevando con diligencia, con agrado y con un género y unas presentaciones acordes con los tiempos que vivimos.

Es para mí un regalo regresar por su local de vez en vez. Siempre me sorprenden.

El menú diario es, para su precio (10,50€) bebida aparte, largo y sublime en calidad y presentación. Para ese precio, excelente servicio de mesa, aunque las servilletas sean de papel (a mí me da lo mismo si no me asesinan el bolsillo). Decoración muy art deco y limpio "como los chorros del oro".

Uno no sabe si debe hacer este tipo de comentarios porque al final igual no hay sitio para los de toda la vida, pero es Un sitio para recordar.

Lo dodido es aparcar pero yo voy en scooter.

Un local donde poder cenar con los amigos sin tener que gastarte mucho.
El local es muy luminoso, a la vez que ruidoso ya que esta todo en una sala y aunque se permite fumar apenas se nota el humo en la sala.
Las mesas son bastante grandes, tienen una copas correctas en donde poder beber un vino de los que te ofrece una carta correcta.
En cuanto a la comida nosotros pedimos sepia, chipirones, ensaladilla, patatas bravas y bocadillos para las 6 personas que eramos, todo estaba bueno.Esto junto a unas cervezas y un Castillo de Luzon.
En la carta tambien vi carnes y pescados, pero al ir con prisas lo descartamos.
De postres fueron, tartas de chocolate blanco, chocolate negro y queso con arandanos.