era un restaurante de referencia
sin carta
con ubicación fantástica y servicio exquisito.
ahora (hace tiempo me imagino) tiene carta, la misma ubicación, pero con un aire melancólico...quizás la poca asistencia que nos acompañó ayudaba a esa sensación....
es un buen restaurante, hay gente joven, no sé què fue de la propietaria que dominaba la sala, y se ven ganas y actitud y realidades...
para mi gusto hay que hacer un cambio de chip, pero uno nunca sabe de qué viven los negocios y quizas las aportaciones en esa línea caen en saco roto porque "viven de cine haciendo (lo que sea) lo que hacen"
comimos comida tradicional, bien elaborada y con una RCP muy correcta, no barato, pero tampoco caro....
recomendable, tanto en verano para disfrutar de la terraza, como en invierno por su interior de chalet/casa familiar
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