llegamos precedidos por la fama del local.
la entrada, algo tétrica, un pasillito, a oscuras, que se ilumina a las 13.00 hr, no antes, no sea que pienses vete a saber qué....
el local es viejuno, de rancio abolengo que decían aquellos, oscuro, techos altos, amplio... que se note que hace siglo y pico que se mueven....
la cubertería, la loza, cristalería, muy correcta, bassols por aquí, copas spiegelau por allà y platos "alemanes"...
la comida estaba buena, muy bien elaborada, algo corta de cantidades, pero bueno, se diría que la comida está muy bien, eso sí a precios estratosféricos por las cantidades ofrecidas.
el servicio es profesional pero no està a la altura del local, no es que te sirvan mal, pero se ven diferencias en el trato y las formas que evidencian que no tienen la excelencia que un local como éste, demanda.
nos costará volver y francamente, a 120-140 euros por barba, hay otras opciones.
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