Viernes noche y un poco a trancas y barrancas, decidimos que apetece algo de marisco, con lo que intentamos reservar en la Castañal -que nos pilla al lado de casa- casi in extremis... conseguimos mesa para las diez y media sin mayor problema y allí nos personamos para mover el bigote; paso a comentar:
El local se encuentra en una calle de escaso paso y es francamente feo, con un rótulo que debía ser vanguardia en la época de Los Bingueros y una sala que tampoco es para tirar cohetes: 8 mesas y un falso reservado, una barra, un expositor de pescado y poco (nada) más. Mesas con impoluto mantel blanco, copas de batalla y servicio de vieja escuela. Aquí se viene a comer, no por las vistas desde luego....
De aperitivo y según nos sientan, sirven unos agradables bígaros -uno me salio rana, con tufazo a amoniaco- y un par de croquetillas de jamón más que correctas. Pedimos una botella del Albariño de la Casa (12 euros) que dejan en cubitera junto a la mesa, y optamos por las siguientes opciones de comercio:
- Empanada Gallega: (media ración de bonito y media de xoubas) absolutamente casera, con una masa bien fina y ligera y un relleno jugoso y altamente sápido. Mejor la de bonito que la de sardinas pero bien en general.
- Gambas a la plancha: 11 gambas de gran calidad y con un punto de sal y plancha sencillamente perfectos. Puro disfrute, para comerse dos o tres raciones más.
- Centollo cocido: pieza de 1'1k que se muestra antes de ser servida en bandeja, perfectamente avíada para su disfrute. Carro repleto de huevas, carne de pecho y patas muy sabrosa y punto de cocción, de nuevo, muy destacable. Muy rico y a unos más que aceptables 50 euros/kilo para la calidad del bicho.
Con los cafés nos dejan las sempiternas botellas de orujo blanco y licor de hierbas "casero" para servirnos a discreción. No hubo postre por falta de opciones dulces sin lactosa, así que hasta aquí lo disfrutado.
Lo mejor: buen género a precio razonable. Servicio efectivo y amable.
Lo peor: el restaurante es feo a rabiar, para qué nos vamos a engañar.
Uno no pasaría si no es por referencias o el boca a boca, al final de la calle, imposible aparcamiento, local pequeño, ruidoso, y humo, puede que demasiado.
Servicio de vino limitadisimo, Terras Gaudas, algún Emilio Moro y poco más. Las copas ni mentarlas.
Pero amigo, aparece el marisco y el pescado, y aqui la cosa cambia por completo. Magnificas necoras, centollas, navajas, almejas como mejillones (de grandes) sabrosas al natual y exquisitas a la plancha. Percebe pequeño, pero gallego y sabroso. Gamba fresquisima. Cogote, bacalao y una perfecta y generosa merluza a la gallega.
Una materia prima de primerisima calidad.
Imposible sin reserva. RCP?? nos han invitado, pero me da que buenisima.
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