Flojo servicio, buenos arroces

Parecía que este restaurante poseía todos los ingredientes para una fantástica velada: magnifico entorno (masía del siglo XVII), terraza con música en directo, carta y vinos atractivos, precios muy aceptables y buenas calidades. Pero falló el servicio, y mucho: David Constanza, el chef, en vez de estar en sus dominios, recibía a los clientes de manera excesivamente seria, altiva y acelerada, tomaba la comanda (en nuestro caso de forma errónea) y daba vueltas sin criterio, desapareciendo a ratos; el resto del servicio estaba muy despistado y sin formación (cuchicheaban entre ellos, reían, corrían para recoger platos, pero ninguno, aunque estuviera ocioso, se acercaba a servir el vino, parecían pollos sin cabeza). Cuando comentábamos que no se veía el plato y que estaba algo oscuro, en vez de traer alguna luz/vela, decían que así era más romántico. Cuando llegaron los arroces, se habían equivocado en uno de ellos, propusieron que lo aceptáramos, que los compartiésemos, caso contrario, había que esperar otros 20 minutos, espera que se hizo interminable, descompensó los tempos, sin que nadie pidiera disculpas y sin que se buscaran soluciones viables para arreglar tal desaguisado. Eso sí, los arroces muy buenos.
Tomamos para 2 personas: Aperitivo de la casa (tomate, panes, aceitunas y fuet sin ninguna gracia ni trascendencia), Verduras a la brasa con romescu (lo mejor el acompañante, porque las verduras sin sabor), Carpacho de langostino (bien), Arroz negro y Arroz a la cazuela (muy buenos) y Café.
El vino, Nubac 2007 (Montsant), bueno y bastante acertado con el menú (19 euros).
Precio medio persona: 38 euros.
En la despedida, nuevamente fría, nos preguntaron qué tal la cena, al decir que regular debido al fallo del arroz, no hubo comentario. Con lo fácil que es aceptar el error y quedaría disculpado. Es una pena que estando ricos los arroces y a buen precio (aprox 15-16 euros), en ese precioso entorno, la velada fuese un desastre. Se tienen que plantear qué existe algo más que cocinar y servirlo en una preciosa masía, hay que formar al personal, implicarlo y dotar al restaurante de un espíritu y trato especial.

  1. #1

    Calahan

    Parece ser que ahora está en venta.

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