Declinante

Segunda visita a la casa de Montse Estruch con ocasión de un regalo de dos tickets de Let's Bonus anunciando una comida con maridaje por 50 €. He leído algunas críticas recientes y no comprendía los a veces sangrantes comentarios de un restaurante que, en mi primera visita, en enero de 2008, me encantó. Lamentablemente y, en términos generales, estoy de acuerdo en certificar una línea claramente a la baja, al menos si lo comparo con la anterior experiencia hace casi cuatro años.

Empecemos por un aspecto positivo. Con que, evidentemente, el restaurante sigue estando donde está cabe recordar que es un lugar formidable, mesas amplias, buena disposición de las mismas, gran atmosfera, cuidada y detallista decoración, vistas excelentes a la montaña de Montserrat, en fin, un enclave creo que privilegiado.

La comida no fue nada del otro mundo y tuvo altibajos. Aperitivo de habas y albóndiga de bull blanc. Correcto. Un entrante de verduras braseadas con burrata y romesco. Bueno. Lo mejor fue una crema de patata con láminas de pulpo y pimentón de la Vera. Luego vino un incomprensible suquet de corvina con lentejas rojas. Duras las lentejas, totalmente insulsa la corvina. El plato de carne fue una suprema de foie con huevo cocido a baja temperatura y un brioix. Correcto sin más. De postre un cafloutis de manzana con salsa inglesa. Me pareció un mazacote.

Lo del tema del maridaje ya se ha comentado. Creo que es un error grave que te hablen de maridaje y te sirvan un Montesierra blanco (D.O. Somontano) en todos los platos menos en el foie (Montesierra tinto) y los postres (cava que no recuerdo). Es preferible decir que el vino va incluido pero no hablar de maridaje. Aquí no hay maridaje ninguno.

El servicio es irregular. La predisposición está pero se dan situaciones impropias. Servicio del vino poco cuidadoso: derramando gotas en el vaso de agua, tiempo de espera exagerado: pasarom 25 min. entre la corvina y el foie.

En fin, mi reflexión es que la vida está muy dura y cada uno se busca la vida como puede. El restaurante estaba lleno tratándose de la comida de un sábado del primer fin de semana de diciembre. Me dio la sensación que todos comíamos lo mismo. Chapeau por Let's Bonus y nada que objetar al respecto de las estrategias para tener clientela. Otra cosa es si esto se hace a costa de bajar tanto la calidad.

Repito que solo he estado dos veces pero la diferencia entre ambas ha sido notable. Y solo hablo del comer, que al final es a lo que vamos.

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