Aconsejable

Llegamos a cenar una noche de sábado, estaba vacio aunque más tarde llegarían otras dos mesas, azotes de la crisis y del ya mencionado desdén de las autoridades de la zona por el impulso definitivo de esta zona.
Nos ofrecieron el menú degustación pero preferimos comer de carta, aunque parecía una buena opción, quizá otro día. El recibimiento fue muy atento y el servicio muy bueno, tal vez demasiado pendientes al ser los primeros en llegar, sensaciones positivas.
Nos convidaron a un gazpacho de cereza negra que estaba correcto, probamos un aceite de arbequina muy rico y pedimos Carmelo Rodero para beber. El servicio del vino muy bien durante toda la cena, las crsitalería y la vajilla bien.

Pedimos tres entrantes que consistieron en unas croquetas de bacalao (muy ricas), puntillas (en su punto) y unas cigalitas con ajos tiernos (excelentes). Para terminar presa de cerdo ibérico con puré de manzana asada para compartir, la carne podría mejorar aunque me declaro exigente en lo referente a la carne me atrevería a decir que ese cerdo tenía de ibérico lo que yo de bailarín. Aún así bien.

Por último lo mejor, los postres, es indispensable dejar un hueco para llegar a ellos, infusión de piña con helado de coco (soberbio), Coulant de chocolate con helado de caramelo (excelente). Cafés y nos fuimos.

La comida se desarrolla de manera agradable, lugar para ir sin prisas y disfrutar, dejarse aconsejar y disfrutar. Probablemente el sitio gane para comer ya que las vistas serán más bonitas y tenían una interesante oferta de arroces melosos y secos que no dudaré en ir a probar.

Buen lugar.