Un 10 para el entorno.

Singular local de vanguardia, con un espacioso y luminoso patio acristalado cubierto a tres alturas y distintas estancias a diferentes niveles. Audaz combinación de elementos modernos, como el acero y el cristal, en contraste con las arcadas de piedra originales del edificio y las paredes pintadas en negro. Constante guiños al diseño como la inmensa pared blanca principal de la zona central, que crea un efecto de ondas, o la recepción, con una decoración de marcado carácter nórdico enfrentada a la rompedora zona de bodega. Cocina vista con una gran cristalera al patio.

Cocina mediterránea con brochazos de autor.

Era mediodía, íbamos con niños, y nos apuntamos al menú-degustación diario que anunciaban en la entrada del local.

Pan con tomate y ali-oli. Deliciosa tostada en la que el ali-oli era como un flan aplastado, ya que iba pasado por la plancha.
Texturas de calabaza con berberechos. Bien buscado el nombre del plato, pues la “textura” era peculiar. Cremosa, con un punto como parafinada, con algún grumillo dentro del berberecho… No sé cómo lo consiguieron, pero sabía a calabaza y no resultaba nada dulce, sabía a berberecho y no marcaba demasiada sal. La calabaza y el berberecho se resaltaban uno a otro. Muy logrado. Un plato de los que te acuerdas.
Ensalada con uva, caballa y helado de vinagreta. Curiosa, fresca.
Gratinado de erizos de mar. Bien presentados, con el erizo cortado por la mitad, sin embargo se apoderada la bechamel, fagocitaba el sabor del erizo.
Patatas a lo pobre con jamón ibérico y huevo a 63 grados. Bueno, pues los que están ahora en las cartas de todos los restaurantes. Nada nuevo bajo el cielo.
Arroz meloso de sepia con alcachofas. Correcto. La alcachofa siempre da un toque a los arroces que me encanta.

Todos los platos con diferentes y cuidadas presentaciones.

Para beber, un Enrique Mendoza Chardonnay FB, refrescos y aguas. Sin mimos especiales, pero había donde elegir y el blanquito estaba a buena temperatura. La cubitera era preciosa.

Servicio prestado por gente joven con buena presencia. Rápidos y educados.

Sin lugar a dudas, un restaurante para repetir. Volveré de noche, a ver cómo se transforma a esa hora del día.

P.D.: pese a que el servicio, la vajilla, cubertería, cristalería, mantelería no son de 10 (serían de “7”), me decido a calificar con la puntuación máxima el apartado de entorno por la singularidad mencionada.

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