Fin de semana en la zona del delta del Ebro, con el fin de visitar y disfrutar de la compañía de nuestra amiga veremera (Concha), tras avistar pájaros y “callejear” por la zona, sobre las 14 horas nos acercamos a este local, con reserva previa, el cual nos ha aconsejado como uno de los mejores de la zona, una lugareña.
Observamos que en el pueblo hay varias posibilidades donde restaurar el cuerpo.
Local amplio con tres salones con ambiente ligeramente distinto entre ellos, acomodándonos los tres comensales en el situado en el fondo, teniendo este último una buena luminosidad, buen espacio entre mesa y mesa y buena temperatura ambiente. No habíamos escogido el mismo pero era el que me pareció el más agradable.
Mesa amplia, mantelería adecuada y coperio de Riedel.
Comenzamos con un detalle de la casa que consistió en una aceitunas encurtidas y salsa tiempo romesco (digo tipo, pues parece que hay ciertas discrepancias sobre la composición que debe tener la así llamada y esta me pareció muy buena pero algo suavecilla).las aceitunas muy agradables y de la salsa creo que hasta “tripitimos” y dejamos el lugar sin existencias de la misma., lo cual puede dar una idea de lo espectacular que nos pareció.
Compartimos caracoles de mar (cañaillas) y micuit de pato con tostas de pan de pasas. Generosa ración y buen punto de cocción de los primeros y del micuit, aunque es un plato hoy día muy visto, tengo que decir que tras enterarnos del nivel de la granja de patos de la zona, no decidimos por solicitarle, no decepcionándonos en absoluto.
De plato o como no podía ser menos, no decidimos por uno de los arroces de la casa, en este caso arroz con alcachofas, boletos y sepia: sólo este plato merece más que un rodeo para degustar el mismo y por otra parte la cantidad fue muy generosa. Se acompañó de un alioli, que en este caso solamente repetimos.
De postres no decidimos por sorbete gin tonic, helado de tiramisú e higos con nata. Buen nivel. El absoluto nos arrepentimos de solicitar postre, lo cual en muchas ocasiones, al menos a mí me ocurre.
El servicio de la sala, muy amable, diligente y eficiente.
En cuanto a la carta de vinos, no sorprendió gratamente, teniendo un poco de todo, en algunos casos a buenos precios y en otros quizás no tanto. Buena temperatura de servicio del vino.
Tomamos Calitja 2009 (garnacha blanca) y de cava Trias Batle brut nature gran reserva vintage 2005.
El local lleno completamente, a pesar de disponer de los tres comedores, pero nunca el ambiente resultó bullicioso, quizás entre otras cosas fue porque el tipo de comensales así lo facilitó. Recomiendo reservar y si es posible en el comedor del fondo.
Lo reseñado, más agua y cafés, ascendió a un total de 126 €.