No es que antes fuera mucho mejor pero, supongo que se ha contagiado del ambiente que se respira en la zona, donde abundan los ¿restaurantes? dedicados a nuestros queridos turistas que nos invaden.
La carta de vinos es más bien una lista. Poco y caro. Bebimos un Belondrade y Lurton (sobre los 35/botella)y comimos una serie de tapas. Bueno el bikini de jamón ibérico y trufa,y el entrecot de ternera a las tres sales. Las chips de alcachofa algo requemadas y las croquetas de ceps y las de queso y tomate, así así.
Local bonito, excesivamente blanco y luminoso.
Si caes por la zona y no sabes donde comer, no es un mal sitio. Pero no vale la pena ir a propósito.
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