50 años, de dar la brasa, a darlo todo

fuimos con unos amigos, más o menos habituales. 

es una típica masía de pueblo, agolpada, apretada, pero que ha sabido jugar bien sus cartas, también en la decoración y la comodidad es permanente.

es un restaurante que en esos 50 años ha sido dos veces estrella michelin y dos veces la ha perdido y uno percibe que de esta batalla han aprendido el buen hacer que hoy nos muestran.

el jefe, Bernie, el que se batió en esas batallas y volvió para contarlo, sus hijos son los que están en la cocina jugando a gran nivel, sin pensar en más que los clientes contentos y repetitivos.... 

manteleria, cubertería, platos....etc con calidad más que suficiente para las perfectas elaboraciones que van a sostener. 

relación calidad precio muy correcta, cocciones y combinaciones muy bien hechas, con buen sabor, buenas cantidades... 

carta no excesivamente larga, pero con lista larga (y con precios!! te informan también del precio) fuera de carta.

servicio del vino correcto, quizás lo menos "trabajado", carta de vinos amplia y precios sin multiplicadores locos. 

los postres merecen un apartado, muy bien elaborados y creativos. 

el servicio, en general, exquisito, cercano pero distante, pendiente pero sin agobios. 

francamente muy recomendable, volveremos seguro. 

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