Bonito, agradable, para recordar...pero con alguna puntilla.

Por recomendación de algunos amigos ( por cierto, alguno de ellos, foreros), decidimos reservar y cenar el Viernes Santo en esta bodega-tienda reconvertida en restaurante en su sótano.
Al igual que en anteriores comentarios, el lugar bien merece una cena, romántica (ideal) o para una agradable velada entre amigos. Eso sí, como bien señala Pelos, parece ser que se han añadido más mesas (desconozco la anterior disposición) y el nivel de ruido ambiental dista de ser tranquilo. A pesar de ello, el local me gustó mucho. La atención recibida por los camareros, notable. En cuanto a la comida, decidimos elegir un Risotto, el Foie fresco como entrantes y luego, visto y aconsejado el Chuletón de Buey (de kilo aprox.) compartimos éste como único segundo plato. De los tres, el foie bien, el risotto mejor ( muy bueno) y la puntilla...para el Chuletón. Bueno, pero de la factura final, nos pesó: 37€ por el plato, nos pareció desmesurado, la verdad.
Los postres bien, sobre todo una Fondue de Chocolate Negro caliente con frutas del tiempo.
En cuanto al vino, al igual que la comida, no hay carta y decidimos pedir un Andrés Meler, bueno y con un precio calcado a lo que suele ser venta al público ( unos 23€ ). Todas las mesas recibían decantador, aunque quizás lo que deslucía un poco eran las copas (tratándose del lugar donde era). Simples, por definición.
Por todo lo demás y resumiendo, la cena muy bién, pero repito que la factura final algo subidita, sí.

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