Optamos por el menu degustacion, antes nos ofrecieron tomar algun aperitivo, pedi un dry martini, primer error: me trajeron un mejunge con sabor a martini blanco y dos trocitos de rodaja de limon, eso si, en una copa de martini. Le advierto al maitre de su error y me dijo extranado que lo habia hecho el, me ofrecio cambiarlo y le dije que si, claro. Me trajo otro brebaje que tampoco era lo esperado y lo deje por imposible.
La comida:
ostra con espuma de gimlet: pse, bastante insulsa casi como el dry martini
vieira que, por alergia cambie por la patata de cocido: original (la patata) y sabrosa. La vieira me dijeron que bien
jurel adobado-marinado con un caldo hecho con sus espinas: sabroso
merluza al vapor a baja temperatura: algo desigual, partes crudas y otras excesivamente cocidas
foie micuit con su gelatina: pse
steak tartar: carne picada con moulinex, exceso de gengibre (no
me gusta su sabor)
sopa de manzana acida: vulgar
piruleta de chocolate blanco: no la probe
chupa chup de higo: demasiado dulce
cafe: normalito
Vinos:
lapena (dominio de bibei)
valtuille (bierzo)
buena carta de vinos aunque incluyen referencias que no tienen
Suscribo casi al completo la opinión de Manelius.
Por la hora a la que llegamos tuvimos que escoger el menú breve de entre los dos que ofrecen en el restaurante. A nosotros no nos tocó cenar en el comedor grande porque allí había una boda de la que pudimos haber sufrido las consecuencias (puede ser que fuese demasiado el trabajo que tenían como para mantener el servicio y atención debidos).
El menú tuvo sus más y sus menos: en general platos correctos, creativos e incluso un par de ellos deslumbrantes. No no le daría cabida en ese menú ni al caldo gallego (tal y como nos lo presentaron) ni al huevo. El bacalao helado con pasas delicioso y sorprendente, los espárragos también y los postres ricos.
Lo peor: el servicio.
Nos ofrecieron un aperitivo que aceptamos y resultó no estar para nada a la altura: mi vino, frío y el acompañamiento ridículo. Mientras estábamos tomándonos el aperitivo apareció el primer plato del menú. En ese momento aún no nos habían presentado la carta de vinos. En medio del primer plato el encargado de nuestra mesa se dio cuenta y nos la acercó. Escogimos Valtuille, un vino de evolución lenta que no decantaron y que empezaba a gustarnos contra el final del menú.
Eso si, entorno y local extraordinarios.
Lo visite en una boda, por lo que tampoco es la mejor forma de valorarlo, aún así lo considero de los mejores restaurantes de Galicia, tanto por la comida como por el local y entorno. Recetas de autor contemporáneas.
Es el restaurante que mas me gusta de galicia, el local es precioso, las vistas inmejorables, la comida muy lograda y original, el servicio de vinos magnifico en manos de un gran experto.
Hacia tiempo que teníamos ganas de conocer este restaurante. Aprovechando una estancia de fin de semana en la isla de La Toja, mi mujer, dos parejas de amigos y yo nos acercamos por allí con unas espectativas ciertamente altas. La cosa empezó bien, restaurante espectacular, enclave magnífico,... pero cuando nos llevan a la mesa la cosa cambia... del acogedor comedor de la entrada, pasamos al "almacén" en que se encontraba nuestra mesa: sala desangelada, sin luces indirectas en una sala con unos techos de 5 metros y con un frío de narices (todas las señoras de TODAS las mesas con el abrigo puesto...). Lo peor es que en ningún momento ni la jefa de sala, ni ningún otro camarero se preocupo o advirtió este detalle. Para más inri, descubrimos, cuando ibamos con el tercer plato (de 11 que tenía el menú degustación), que la sala era de fumadores (nadie había fumado hasta el momento), cuando nosotros pedimos explicitamente que fuese de no fumadores...
En lo positivo: Menu extenso, correcta presentación y con platos muy logrados y sorprendentes. Ciertamente alguno de los platos no era muy original (Ej:caldo gallego), sin embargo todo estaba estupendo. En cuanto a la carta de vinos muy amplia, con buenas referencias y a precios relativamente moderados.(Lastima que al sumiller se "olvidase" de nuestra mesa y de todas las del "almacén")
En fin, sastisfecho con la cocina, pero en este tipo de sitios se espera algo más. Dudo que volvamos. Por otro lado este restaurante tuvo la "mala suerte" de que el día anterior estuviesemos comiendo en Pepe Solla, simplemente perfecto todos los aspectos: Atención(el propio Pepe se sirve el aperitivo y el primer poster), servicio, vino, y por supuesto la comida... simplemente impresionante...
Totalmete de acuerdo con el anterior comentario,
todo riquisimo trato buenisimo y excelenta carta de vinos, y muy buena atención para seleccionarlo
me encanto el edificio y por supuesto el entorno.
Menu de degustación extenso.
El restaurante está en los montes de Armenteira, en la ría de Pontevedra. El entorno acoge a los comensales ya que la sala está totalmente abierta al exterior con grandes ventanales, la luz inunda las mesas, el paisaje predispone a abrir los sentidos. La cocina está también a la vista y de ella salen platos que sin duda exponen una gran creatividad pero que están totalmente anclados en la tradición. Nada aquí parece fuera de lugar. La carta de vinos, con un interesante apartado de destilados, es excelente, está seleccionada por Xoán Cannas; hermano del cocinero, que es sumiller y jefe de sala y fue Nariz de Oro en 2004. Pasión por el vino y servicio impecable. Elegancia, savoir faire y rock and roll.
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