Lolita es un auténtico monumento al buen gusto arquitectónico y decorativo

Lolita es un auténtico monumento al buen gusto arquitectónico y decorativo. La sala principal es tan hermosa que iría aunque me sirvieran la comida de un McDonald’s. La terraza es deliciosa. Roberto Seva en sala es atentísimo, discreto y diligente. Jaime Seva en cocina ofrece una cocina de mercado muy interesante. La carta de vino está muy bien estructurada y contempla una selección actual y ajustada en precio. Tallarines de calamar con alioli de miel y carpaccio de gambas, vieiras "mar y montaña", lomo alto de vacuno mayor, pan de aceite y aderezo de encurtidos, fondant de chocolate con helado de leche. Muy rico todo. Un oasis decorativo, un restaurante muy recomendable.

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