Yo también he picado. El poder de la propaganda es impresionante.
Desde la barra (dentro estaba todo reservado), vimos el espectáculo de pijería que se acumulaba en los escasos metros cuadrados del local, gracias a unos taburetes estratosféricamente altos (y no soy bajito, mido 1.80).
Pedimos unas tapillas a precio de joyería y con calidad de bisutería. Esperamos media hora mientras el abundante servicio perdía el trasero para atender a "amiguetes". Muy mal, eso de servir antes a los coleguillas. Buen coperío y precios desorbitados por la calidad y cantidad ofrecida.
Cuando se pase la novedad, se van a morir de asco. Me recuerda a mi anterior local reseñado: el Velódromo. Fatal los dos. A ver cuanto duran sacándole la pasta a los pijillos... yo me fui a la tercera tapa.
No, en serio, yo cada vez que voy a un local entro pensando que me van a tomar el pelo con un esquilador de ovejas, pero no me esperaba una cosa como ésta. Teníamos a nuestro lado a 4 personas que entraron 20 minutos más tarde y empezaron antes que nosotros. Penoso. No digo que todo lo que va por ahí sean pijillos, digo que aquella noche había unos cuantos. Mucho esnobismo también, of course. Yo cuando vi las dimensiones de las tapas, casi me echo a reír (o llorar). Además, el sabor no estaba tan logrado como para pagar ese dineral.
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