Comida en grupo

Fuimos a comer para una celebración un grupo de unas 20 personas. Destaco la cálida acogida y la comodidad de su nuevo reservado, más amplio y perfecto para ir con niños pequeños que campan por el suelo jugando sin molestar a nadie. Mesa con buena manteleria y cubiertos, con paramento muy acojedor y con estilo.

La comida, como siempre, de nota alta: snacks y aperitivos que te llenan y sorprenden con cava Mont Ferran Rosé Brut. Me gustaron sobretodo la tortilla de ceps con patata y cebolla, el arroz de bogavante y azafrán, la conserva de rovellons y queso. La tabla de quesos, buena pero le faltaría estar acompañada de mermeladas o frutos secos. Luego tomamos turbot a la brasa con patatas y espliego, muy muy recomendable (no creia que el espliego casara tan bien con el pescado). Luego, el filete con salsa de jabugo ya no estubo tan a la altura: la mayoría pasaban por estar poco hechos y sangrando a pesar que tomaron nota de como se quiere servido (incluso despúes de pedir que lo hicieran más, venían poco hechos). Acabamos con sorbetes variados y un pastel de mil hojas, todos correctos y muy buenos, pero sin sorprender ahí.

Un pan buenísimo, creo que hecho por ellos mismos. El café, Nespresso, con petit fours de nueces de macadamia garrapiñadas. El labavo, frío (no de poco cálido sinó que realmente estaba frío, jaja, sin calefacción). En vinos y cavas bien, servidos en copas Spiegelau y Riedel, excepto el cava. Servicio joven, atento, amable, muy correcto. Por cierto, buena selección de whiskys, incluso con alguno japonés; también vimos unos muebles humidores de tabaco que tentaron a más de uno.

Para mi, uno de los mejores restaurantes del país, sin duda.