El emplazamiento y la tradición también se pagan

Llegamos al lugar sin saber exactamente a que atenernos, tenía un vago recuerdo de haber leído alguna recomendación, o la crítica del resturante, pero tras un breve paseo por la playa, su ocupación nos hizo decidirnos, y es que lo que más me llamó la atención fue, que a pesar de ser posiblemente (y diría que de largo), el restaurante más caro de la Malvarrosa, era sin duda el más lleno, si bien algún otro mostraba una buena ocupación, lo de este restaurante era abrumador. No dudo de que se pueda comer mejores arroces en la zona, y a precios más asequibles, pero es de suponer que la ubicación y la tradición, también se pagan, y si gastronómicamente no se puede poner ni un pero, no tengo nada que objetar.

Bonito emplazamiento (hay que ver lo que "viste" el mar a un restaurante), decoración ente playera y marinera, cierta elegancia en comparación con sus vecinos, y local aprovechado, pero cómodo. Correcto en montaje, o por lo menos para lo que se espera en un sitio de sus características, y corrección en la que se puede incluir su carta de vinos. Servicio dispar, con alguno de ellos más tosco (hasta casi llegar a ser desagadable), y otros más amables y afables, que incluso tuvieron la deferencia de no corregirme al leer como Eduardo Mendoza Chardonnay (14€, ¿o fueron 16?), el E. Mendoza que rezaba la carta, y es que, ¿quién me mandaba a mí haber leído recientemente "Mauricio o las Elecciones Primarias"?, pero desde luego fue un detalle referirse a él a partir de entonces, por E Mendoza en todo momento y evitarme el bochorno, aunque en realidad ya lo llevase por dentro.

¿La Carta?, siento decir que no pasé más allá de los arroces, y ante un par de opciones "fallidas", nos decantamos por unos pescaditos fritos de primero (12€), bien. Y un arroz de marisco de segundo (20€, la ración) que estaba excelente en punto y sabor, elaborado con unos chipironcitos, unas cigalitas y gambas muy ricos, lástima que de éstas últimas sólo hubiese una por barba.

Total casi 80€ de dos personas, con cafés pero sin postre, que aun pudiendo parece un poco caro, para una ocasión aislada u ocasional, merece la pena.

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