Grata experiencia en este restaurante. Al entrar al restaurante encuentras

Grata experiencia en este restaurante. Al entrar al restaurante encuentras un salon donde te invitan a pasar mientras esperas al resto de la la mesa. Tienen una gran selección de cervezas, sobretodo belgas, ya que los chefs son de ahí. Un trato muy cordial de principio a fin.
Capacidad para 30 comensales en una sala bastante grande. Mesas espaciadas. La carta de vinos toda una sorpresa precios muy correctos y vinos de multitud de D.O. asi como una más que generosa carta de vinos franceses, desde vinos de Languedoc-Rousillon hasta un Mouton Rotshchild.
Pasando a la comida, la carta mezcla influencias francesas, belgas y catalanas. Yo me deleité con una coca de sardinas sobre tomates confitados. Unos filetes de sardinas cocidos en su punto, jugosos sobre unos tomates que le daban una acidez que le vienen muy bien a las sardinas. De segundo Raya con un beurre blanc de alcaparras, me encanta la raya, no es muy comun en restaurantes y me sorprendió bastante... y de postre una sopa de romero con frutas de temporada, un gran postre, ligero para terminar la cena. Nos dieron unos aperitivos y petit fours, detalle que se agradece. Para beber tomamos un vino francés sin AOC, Mont d’hortes, 100% Chardonnay, ligero sin demasiada acidez, acompañó muy bien los entrantes. Y su precio muy atractico 16€
La comida nos salio más a menos a 25€ por cabeza sin el vino.
2 sabados hacen los mejillones con patatas fritas tan típicos de Bélgica, ya tengo anotada mi reserva dentro de 15 días.

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