Precisamente estuve este domingo, con la familia de cumple, y degustamos la caldereta de bogavante (excepcional)entrantes, alcachofas salteadas con ibérico y piñones, calamar plancha,cocotxas marineras y cigalitas con ajos tiernos y pasas, hay ya notamos la buena calidad y elaboración del producto, para acabar surtido de frutas con helado,aperitivo, vino, cafe.P.45€
El trato me parecio correcto y buen servicio del vino.

El cambio de propietarios ha supuesto un descenso en la calidad general de Ca'Magda. El ambiente cálido y profesional de antaño ha sido remplazado por una fría cortesía que, aunque desea agradar, transmite inseguridad. La excelente relación calidad-precio de antes ha desaparecido. Carta de vinos mejorable. Entrantes sosos, arroz correcto sin pasarse, carta de vinos corta. Una pena.

Tras el breve comentario anterior, finalmente he podido visitar el recientemente traspasado Restaurante Ca' Magda. En síntesis, no ha variado ni el entorno, ni la disposición de las mesas; siguen estando la cava en la altura superior, y la unica diferencia palpable está en que parecen quedar menos botellas decorando la repisa que recorre la pared.

El meollo del asunto radicaba en la comida y la carta de vinos. Ésta, lamentablemernte, se ha visto reducida de forma considerable, lo cual es un punto negativo si se compara con la prolija oferta de vinos valencianos y de otras D.O. que caracterizaba a la gerencia de Enrique y familia. Otro punto negativo se adivina al final de la comida, cuando uno echa de menos la invitación de la casa a licores caseros, rollitos de anís, selección de azúcares, y otras pastas..Pero se comprende, porque no es lo habitual y porque la crisis afecta, sí o sí.

Por lo que respecta a la comida, han seguido en la línea de su antecesor, apostando por platos muy valencianos, y de una factura excelente. Si acaso, como yo como habitualmente con poca o ninunga sal, se me antojaron algo pasados ene se aspecto. Pero en definitva, todo estuvo francamente bueno; pedimos una serie de entrantes: alcahofas a la plancha con virutas de jamon de jabugo, parrillada de verduras bien presentada y surtida, calamar de playa rebozado a la sevillana, y tomate valenciano con aceite de oliva y ventresca.

De segundo, unos pedimos arroz meloso con bogavante, y otros arroz meloso pero con cigalas y langostino. Ambos arroces estuvieron exquisitos, dejando patente que la especialidad de la casa son los mariscos en caldereta y los arroces. Combinados como en este caso, ya fueron la bomba. De nuevo se le podría objetar el punto de sal, pero los disfrutamos mucho.

En cuanto al vino, alguien pidó un Marqueés de la Concordia, vino de la casa, Rioja, bastante aceptable y que maridó bien con los manjares. Y con la tarta de mi vigésimocuarto cumpleaños, brindamos con un Dominio de la Vega. Los precios de los vinos, debo decirlo, muy muy buenos, cosa de agradecer.

El servicio amable, atento en todo momento, y muy cariñoso tratándose de la celebración de un cumpleaños. Buen ambiente y buen lugar.

Para repetir en este tipo de eventos, y para degustar sus arroces. Un saludo! Y mucha suerte a los nuevos gerentes!!

El restaurante ha sido traspasado, encargándose ahora del mismo los chicos de Chocomeli, según me han comentado. No he tenido la oportunidad de comprobar personalmente los cambios que hayan podido producirse, pero sí me han comentado algunos que hacen que, a priori, se haya perdido parte del encanto dle lugar. Principalmente en lo referente a la carta de vinos y a los detalles de la casa, como la seleccion de licores y orujos caseros, acompañando la sobremesa, y los rollitos de anis y hojaldres de los cafés.
Este domingo acudiré a comprobarlo in situ, y comentaré má extensamente los cambios que perciba. Este comentario sólo tiene valor de como aviso para evitar sorpresas.
¡Saludos a todos!

Es la plabra que mejor define este restaurante. Algo escondido en la Carretera Escrivà (cerca de Tráfico y del cruce de San Vicente con la Avda. Girogeta), se trata de un local pequeño, pero bien decorado y que evoca lo familiar, las reuniones de amigos que se alargan en la sobremesa. La comida es excelente en algunos puntos, pero algo sosa en otros. Los entrantes son en general magnificos, y los arroces "secos" (en especial la paella y el arroz a banda - mi favorito-) destacan. Eso sí, en cuanto a carnes y pescados... Más vale tirar de arroz, hacedme caso. Los postres todos caseros y una delicia (podeis pedir un "combo", no os arrepentiréis). Gran selección de vinos,especialmente valencianos, y buenas copas. Si hay poca gente, también lo es su servicio. Para finalizar, Enrique nos obsequia con rollitos anís o pastas, y una selección de licores self-service, para que la buena comida trermin con una buena sobremesa. Interesante cuanto menos.
Hay menú de mediodía francamente recomendable.

Interesante descubrimiento. Para empezar compartimos entradas. Chipirones en su tinta con queso, cebollas caramelizadas rellenas de atún, o queso de cabra a la plancha con confitura de tomate. En general muy ricas. De segundo pedimos un arroz caldoso que estaba flojito, para mi gusto faltaba "trabar" el caldo y más sustancia, un poco soso. Los postres bien, con gran variedad de helados.
Sin embargo su dueño se esfuerza con detalles como una selección de aceites para acompañar el pan o una impresionante bandeja de orujos, mistelas y licores para acompañar los cafés (que deja sobre la mesa para que cada uno se sirva y cate a su antojo). Realmente muy bien.
El servicio del vino correcto, preocupado por la temperatura hasta el punto de atemperar el decantador para no calentar el vino cuando lo transvase. La carta de vinos corta pero con criterio.