Ideas claras.

Iba con la idea de encontrarme un local recargadamente clásico por comentarios anteriores y por alusiones de otro tipo. La fachada y la entrada al mismo ya me pone en antecedentes de todo lo contrario. La decoración es personal y muy particular, su clasicismo se ve mezclado en una sala de techos altos y con muy buena iluminación, ecléctico en definitiva. Puede que poco acogedor, aunque a decir verdad muy bien contrarrestado por la suavidad y buen gusto de los colores que junto a las sillas te hacen sentir muy cómodo, y es que todo suma.
Se cuidan los detalles, mantelería de hilo, copas Riedel, una magnífica carta de vinos... detalles de buen restaurante. La carta de platos me pareció corta pero también suficiente, a mi juicio hace que te centres.
Decidimos compartir entrantes y rematar con uno de los platos de arroz a cual más atractivo. Desde luego que mejor para pensar que una copa de Fino Antique, toda una joya.
- Un tierno mil hojas de verduras bien cocido con un punto de suavidad muy bueno gracias a una emulsión de mahonesa un poco sentidita de ajo.
- El par de croquetas de chipirones con crema de carabineros fué el que menos destacó pero también lo considero bien ejecutado.
- El crujiente de morcilla de arroz con cebolla caramelizada realmente bueno, con toque de comino para dar frescor y dulzor restando potencia. El nombre de este entrante dice menos que el nivel que llega a tener.
- El tournedó de manitas de cerdo fué el que más nos gusto de todos, gran textura y sabor.
Todos los entrantes muy bien presentados.
En el arroz nos tuvimos que dejar llevar, uno por ser la primera vez que acudíamos, y dos, porque como decía la elección se hizo difícil al leer combinaciones muy ricas. No solemos tomar arroz por la noche y por otra parte me temía que pudiera haber alguna restricción al pedirlo. No fué así y nos deleitamos con un meloso de cigalas, rape y setas.
Acabamos saciados y de postre nos sugirieron al decir que necesitábamos algo que no fuera pesado, unos canutillos de piña y coco muy ricos que también compartimos al igual que los entrantes.
Maite tiró de muñeca para envinarnos un Gotin del Risc Lías 2006 que viendo su profesionalidad, me gratificó el coincidir con ella en la elección del mismo. Un vino en una evolución estupenda que fué muy bien servido. Ese servicio lo traslado al que nos dispensó Maite en todo momento, me encanta y me apabulla que tras ese aplomo haya una persona tan joven con las ideas tan claras.
Salimos con la certeza de haber estado en un buen restaurante, tanto por la calidad de comida como por los detalles que ya se han dicho. Como el del café por ejemplo, ¿Colombia o Brasil?.
En fin, supongo que volveré por mucho que esté al "otro lado" de la ciudad, y no hablo solo de geografía.

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