Introduzco comentario de este restorán de hotel, no porque no haya estado en este plazo de tiempo sino porque sencillamente se me había pasado. De hecho los últimos años me he hospedado allí en 3 ocasiones.

Repasando la crítica señalo varios aspectos en que ha mejorado enormemente.

El primero y para mí fundamental el servicio de sala, a día de hoy excelente, uno de los fuertes del local, profesional y cercano a la vez; tiene que ver el aumento de número de camareros por supuesto.

La comida ya estaba bien, ahora está mejor, con cuidadas presentaciones y un salto adelante del nivel de los postres, tienen personalidad propia y acompañan dignamente el resto del menú.

El servicio del vino también ha progresado, copas correctas, temperatura idónea de llegada a la mesa, camisa para mantenerla...;con presencia de caldos interesantes (Marboré 2007), a pesar de todo la carta es corta y sin referencia de añadas, está en un escalón por debajo de la comida y es una lástima.

Cenamos 3 días seguidos y no repetimos un solo plato, esperábamos con ilusión ese rato porque estaba todo muy rico, además tanto en primeros como segundos contemplan opciones casi veganas y ligeras, hecho que se agradece. Platos destacables para mí las codornices con jamón, el conejo guisado, la ensalada de quinoa,... En postres el milhojas de chantilly.

Cada noche hicimos el menú, pero vi en otras mesas platos sugerentes como la fondue de queso.

En mi opinión tiene mucho valor ir mejorando poco a poco, sobre todo como en este caso, si se ha invertido en el factor humano del personal de sala. Indudablemente en la cocina también han habido cambios, proque la presentación de los platos y la variedad igualmente es superior. Queda mucho margen de mejora en la carta de vinos. Otros aspectos como la acertada decoración, el buen menaje y vestido de las mesas se mantienen.

No puedo aportar el precio por persona porque iba incluido en el régimen de media pensión, pero el menú del día está tarifado a 19,80€, que me parece excelente.

Una agradable sorpresa este verano. El Hotel Santa Cristina está situado a unos pocos kms. de Canfranc, en un valle precioso subiendo hacia la frontera de Somport. Disponen de un menú por menos de 25€ fenomenal, con bastante variedad de primeros y segundos (mousse de foie, pastel de puerros, pastel de tortillas, risotto, arroz tres colores, ternasco relleno, lubina, costillas de cordero,...), en raciones muy generosas y bien presentadas. Los postres flojean un poco. El menaje es muy correcto y la carta de vinos sencillita pero con buenos caldos; la mayoría del Somontano, unos pocos del resto de Aragón, Riojas y un par de Riberas. Precios correctos para los tintos y muy subidos para los rosados. Buenas copas. La decoración del comedor es muy bonita, con vistas al bosque y espacio suficiente entre las mesas. Oferta de panes bien, 4 clases y muy ricos. Falla un pelo el servicio, pues había sólo 2 camareros y la necesaria premura les impedía mostrar un poco más de simpatía. Ese detalle debe mejorar.
La guinda del pastel es apuntarse a una oferta que llaman spa&food por 25€, con la que disfrutas de unas instalaciones acuáticas pequeñas pero agradables y luego comes. Muy recomendable.