Un fantástico restaurante de tapas en Barcelona

Una vez al mes viajamos a Barcelona por trabajo y al final muchas veces acabamos comiendo aquí no sólo por cercanía, sino también por la calidad de los platos, por la posibilidad de probar diferentes raciones y por el trato amable y profesional de su plantila.
El moderno local dispone de una gran barra y de mesas altas, algunas de ellas compartidas, no del todo cómodas.
La cocina es de mercado, con una amplia variedad de verduras, hortalizas, carnes, pescados y mariscos. Lo mejor es dejarse aconsejar por los camareros que nos recomendarán de manera acertada lo que el cocinero vaya sacando de forma improvisada. Aquí todo está bueno; el gazpacho, los arroces preparados de diferentes formas, el jamón, las excelsas tostas con tomate triturado y romesco, los pajaritos de la huerta, las alcachofas, las costillas de cabrito rebozadas, las gambas, las cigalas, los buñuelos de bacalao, la bomba de carne, las patatas bravas, que se parecen más a unas ali oli... De postre no he probado tanto, pero el recuit con miel y la crema catalana merecen por sí solos una visita.
Para beber unas magníficas y heladas cañas de cerveza alemana, Champagne y cava por copa o algo de su carta de orientación nacional en la que predominan referencias catalanas, castellanas y riojanas.
El precio es algo alto, pero el nivel culinario también lo es.

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