Desde que comencé a leer comentarios en Verema tenía ganas de visitar este local, pero el hecho de vivir a 30 km y llamándose el restaurante como se llama, una de dos: o vas y no tomas vino (una auténtica tortura) o vas y tomas vino (un completo suicidio, por la guardia civil, claro). Se presentó la oportunidad con conductor voluntarioso y no la declinamos de ningún modo.
Local desenfadado, paredes de pizarra donde lees anotaciones sobre los vinos y platos, buena, pero que muy buena música en la sala, atención cordial del personal (contactamos enseguida con Rubén)... Un entorno muy favorable, pues.
Comida para tres (comilones): terrina de foie casera (mermeladas de violetas, cerezas...), tartar de atún, patatas a lo pobre, tempura de verduras y carrillera cocinada durante 24 h. con vino tinto. Raciones muy abundantes (quedamos saciados), sabores contundentes, precios correctos. Nos gustó todo. Rubén nos sacó postres de invitación de la casa sin avisar y no pudimos desistir: torrija y souflé de chocolate. Muy ricos los dos.
Tomamos un vino dulce de Lanzarote con el foie, un blanco con crianza francés la mayor parte de la cena, tinto por copas en la carne y otro dulce para los postres. Si Rubén lee este comentario y se acuerda que puntualice las referencias, por si alguien le interesa. Envinado de copas, temperatura adecuada (el tinto un pelín frío, a mi gusto, claro)... Buen trato del vino, como no podía ser de otra forma.
Lo dicho. Buena velada y sensaciones muy agradables al finalizarla.