Julio y su equipo una auténtica maravilla

El local es grande, con las mesas bien separadas, una pequeña barra a la entrada en la que puedes tomar sentado una fresca cerveza o una magnífica copa de manzanilla. En el snack de entrada nos pusieron una caballa escabechada y un gazpacho de remolacha que fueron fantásticos, sobre todo el primero.

Esta vez probamos unas ostras con aire de anís que era una auténtica fiesta de mar, sabor, e intensidad y persistencia, sencillamente maravillosas, producto 10. Seguimos acompañando con unas navajas a la plancha con su pilpil gelatinizado sobre la navaja, plato conseguido y sorprendente.

De platos fuertes pedimos el Cochinillo deshuesado que es una auténtica maravilla, presentado en forma de dos cilindros con una patata arrugada y un toque de mojo que inundaba toda la mesa, haciendote salivar, el otro plato fue un Chivo que también hizo las delicias y presentado igualmente en forma cilíndrica y por supuesto deshuesado.

No fuimos capaces de llegar a los postres pero sí tomamos los Petits fours que nos puso Julio quién salió a saludarnos como siempre tan amable y modesto, ya nos adelantó algún nuevo plato que aseguro será una maravilla.

El servicio del vino bastante bueno aunque sigo quejándome de que en la mayoría de los casos los precios son elevados y la carta de éstos es algo corta.

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