local en la zona cool de barcelona
bajos con techos altos, calle estrecha de entrada y espacio interior bien aprovechado.

carta variada y con platos diversos que le dan un toque mediterráneo que nos puede llevar desde una burratta a unas croquetas de pollo o unas ensaladas variadas...
relación calidad precio correcta, aunque los precios evidencian la situación geográfica en la ciudad y el público objetivo (turista que huye de la paella-d'or)....

carta de vinos corta y simple, aunque con alguna referencia por encima de los 50 euros, que lo hace francamente incasable con plato alguno...aunque para gustos y maridajes, colores.
el servicio del vino es simplísimo...aún no saben que el sacacorchos puede girar, siguen girando la botella....cada cual tiene su técnica o ausencia de ella....

servicio joven, atento, internacional, ágil y amable...

cristaleria, loza, cuberteria, manteleria... modernilla, pero pobre y simple.... adecuada al perfil "guay" que se ha deseado darle...

recomendable e interesante....veremos cómo evoluciona, si es que lo hace....

Salero es un restaurante de contexto; tan importante es la comida como el contexto en el que se sirve.
Barcelona acostumbra a tener muchos restaurantes enfocados al turismo europeo-urbano. Estos restaurantes no se distinguen en nada nada más que en su anodina cocina y en la falta de personalidad de la clientela.
Salero se distingue de esta masa de restaurantes a pesar de estar tentado a caer en ellos.

La decoración ecléctica, la situación en pleno barrio del borne, la iluminación del restaurante y los múltiples detalles diseminados en el restaurante hacen de este espacio una solución de "sentido".

La carta es también ecléctica: española, asiática, americana... Bien elaborada, ingredientes de mercado, buenos postres.

Quizá, si en algo tiene que mejorar es en la carta de vinos.

El servicio, es una de las sorpresas de "contexto": agradable, desinhibido, próximo, relajado...

Situado en el born, salero es un restaurante diferente, cosmopolita, donde poder cenar hasta tarde, rodeado de gente de todas las edades y nacionalidades, en un ambiente agradable donde predomina el blanco. Su carta, aunque no muy extensa, es tan variada como su publico, pudiendo comer desde un tradicional plato de jamon con pan con tomate hasta un curry kaju (gambas, anacardos, banana, curry y leche de coco). La carta de vinos es breve pero acorde con la cocina, y a unos precios muy razonables. Ah! y la cocina esta a la vista de algunas mesas. Muy recomendable.