Me pareció este restaurante, situado muy cerca de la Plaza Mayor en plena zona de tapeo.
La decoración para mi gusto un poco recargada, con sillas muy grandes, no me encontré cómodo.
Comimos el menú degustación consistente en jamón, bien cortado, y pan con tomate, boquerones rebozados en su punto y nada aceitosos, alcachofa rellena de foie y 2 espárragos naturales con mayonesa, todo rico.
De plato fuerte lecahzo deshuesado y confitado, sabroso.
Pan de una variedad, muy bueno como casi todo el que comí en Valladolid.
Carta de vinos muy numerosa con referencia especial de Ribera, bebimos un Emilio Moro en copas sólo correctas.
Me dió la impresión que el personal iba un poco justo, y eso explica que le falte simpatía a pesar de que es profesional, pero yo la actitud y trato con el cliente lo valoro mucho.
No tomé postre.
No me parece barato, claro que utiliza buen producto y eso se paga.