Sábado a mediodía. Local casi vacío, decoración cuidada y moderna, no me gusta pero es más que adecuada. Mesas suficientemente separadas, buena mantelería, cubertería y vajilla, copas mediocres. Atención y servicio por encima del precio: explicación perfecta de la apuesta del restaurante y los platos, muy buen ritmo, afabilidad y seriedad.
Menú (1 aperitivo 2 medios entrantes, 2 medios principales, 1 postre) maridado (gran detalle). Antes que nada unas buenas papas con miel y anís, y un agua (no se nos preguntó si lo queríamos y se nos cobró igualmente. No me importó pagar porque estaba buenísimo, pero esas cosas no se hacen). Aperitivo: bola de sobrasada con miel, suave y de buena calidad, y eso que no me gusta la sobrasada. Ensalada de la huerta con espárragos con una materia prima inmejorable, ergo muy sabrosa. Melón de Carcaixent a la vainilla muy bueno. Mezcladillo de longaniza con zanahoria, cebolla y más, tirando a dulzón, casi delicioso. Hojaldre con setas, pimiento, tomate, calabacín, buenísimo. Postre basado en mezcla de frío (helado artesano de fresa) y calor (macedonia caliente) nada original pero no por ello menos bueno. En realidad, el sitio no busca ser rompedor, sino ofrecer un buen producto (materia prima inmejorable, a base de productos adquiridos a gente de la zona, buena y profesional elaboración) a un precio ajustado. Y lo consigue: menú (12,5) + maridaje (3 copas de vino a 4 euros, selección muy adecuada y de calidad, con algún desconocido), café, agua, aperitivo fuera de menú = 20 por cabeza. Pan recién tostado y bueno. Faltan sitios así en Valencia.
Al final, agradable charla con el propietario / cocinero / camarero.
Mención aparte para los servicios: colonias, desodorantes y hasta dulces en su interior.