Hostal con encanto

Ayer fuimos a cenar con unos amigos. El entorno es precioso: una calita justo enfrente, al lado mismo de la ruinas romanas de Empúries; una terraza delante el mar y un renovado comedor, senzillo pero con encanto. Buenos detalles en la mesa como botellita de aceite de oliva virgen (DO Montsià creo) a disposición, cesta de panes y velitas. El servicio joven, amable, rápido y atento. Estan por lo que tienen que estar. El servicio del vino justo: no dan a probar el vino ni te lo sirven y las copas no son de cristal sino de vidrio, pero correctas. La carta demasiado justa para mi gusto, tienen pocas referencias, sobretodo de la DO Empordà, pero eso sí, con una RCP extraordinària (un Nita de la DOQ Priorat a 19 €!). Tomamos un Vidiví de la DO Empordà i un blanco Gesamí de la DO Penedès que se abrió muy bien.

La comida buena pero a mejorar. Se trata de un menú cerrado de unos 33 €, vinos a parte, con unos 7 platos para escoger de primero, de segundo y postres. Las raciones algo justas, pero comida bien elaborada, aunque con falta de de sabor en algunos platos (como el arroz negro, no así el arroz caldoso, delicioso).

Muy recomendable sobretodo por el entorno, maravilloso. Fue muy agradable cenar ahí y luego ir a tomar unas copas en el chiringuito de playa con música y velas que hay justo al lado. Seguro para repetir.

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