No me acabó de convencer

Hay veces que uno sale de un restaurante con una sensación inexplicable, literalmente. Supongo que tiene que ver con aquel juego de expectativas-realidad que sucede cuando te hablan muy bien de una película y vas a verla y dices “tampoco era para tanto”. ¿Pero la peli es buena? Te preguntan. Y obviamente la peli es buena pero parece que esperabas algo más.

Todo en Icho parece predisponerte a una velada gastronómica para recordar. Desde la propia web (muy cuidada aunque siempre queda la asignatura pendiente de actualizar menús, cartas de vino, etc..) hasta el local con la barra en la entrada y la decoración elegante con un iluminación cálida. Austero y correcto el servicio, copas (Schott-Zwiesel) y cubertería correctas. Todo bien, en definitiva.

Pero yendo al meollo del asunto analicemos la comida. Con buen criterio a mi entender se sirven medias raciones con lo cual es posible hacerse un menú degustación a medida con 5-6 medias raciones. Quizá por ahí debería empezar: algunas de ellas nos supieron a muy poco. Quizá fuera mejor recomendar 3-4 raciones. Empezamos con un tártar de vieira, con aguacate, migas de bacalao y salsa cítrica (yuzu). Para mí muy bueno. Seguimos con uno de los clásicos del local: el Onsen Tamago, carne de cangrejo con el propio caparazón en tempura con un huevo cocido a baja temperatura en un caldo dashi. Discrepando de otras opiniones de este foro no me pareció algo digno ser ser recordado. Correcto diría yo pero sin más. El segundo pase fue el risotto de cangrejo real. De lo mejor de la noche. Buena textura del arroz impregnado del propio sabor del cangrejo. Resultó insuficiente la minúscula escórpora a la plancha con risotto de granos de trigo, sopa de alga wakame i seta nameko. Por último llegó un foie poelee con anguila y tempura de aguacate, que nuevamente nos supo a poco y un muy apreciable cochinillo confitado con crema de calabaza y aire de tomillo. En los postres una macedonia de frutas en almíbar de especias, helado de mango y maracuyá, que estaba correcto, y unos muy notables esféricos calientes de chocolate con leche, crujiente de té verde y helado de amarena. Elegimos un riesling muy frutal para acompañar, un Kerpen 2009, de la zona del Mosel. Hubo descorche y servicio posterior.

Y llegó la nota: 62 € por cabeza. El problema no es en sí mismo los 62 € aunque algunos precios me parecen muy hinchados (¿10 € una macedonia?). El problema es que por este precio creo que es legítimo que tu nivel de exigencia sea elevado, más si tienes presente otros sitios donde por este precio has salido eufórico por la experiencia vivida. Creo que, a diferencia de otros sitios las medias raciones no deben ser para compartir, que cabría contener los precios de algunos platos y que quizá esperamos más de algunos platos que no dejaron de ser correctos.

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