la confianza genera engaños

Tal vez la consolidación en el tiempo de éste local venga dada por la repetición de sus clásicos. Pero eso mismo me hace pensar en que si el local ha sido delicadamente ajustado, las selecciones y rotaciones de vino siguen siendo correctas, y el servicio ha logrado que todo transcurra con una naturalidas envidiablem, es la cocina la que parece que debería de tratar de, con valentía, dar un paso adelante, y dejar de juegos fáciles, y dejar que la monotnonía estropée platos sencillos que sólo merecen una atención antes de salir de cocina.
Menú de 25€, con cantidades justas. Vajilla adecuada. Intersante las porpuestas de Vieiras con Foie, corectos el muslito de codorniz, aunque poca trabajda un dulce acompañamiento, y la croqueta de gamba, clásico de éste local, con el relleno poco fruido y apelamazado.
Si la patata con parmesano peca de algo es de sequedad, por el guisado de la patata y por la poca generosidad el acompañamiento de la sempiterna espuma, y digo sempiterna por que es una casa donde gusta jugar miucho con la simplicidad de los sifónes, llegándo, en el caso de los postres , a ser alarmante.
Unas carrilleras que tivieron que ser devueltas por su concentración de sal y un solomillo de cerdo con cebolla, sin interés.
Muy desigual la comida. Bien el resto.
Vinos bebidos, La Nit, de Raventos y blanc, Roda I y unas copas de Merlot Solo.

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