El verano lleva consigo ciertas visitas anuales. Una de ellas es al restaurante Solana, en el pueblo de la Bien Aparecida a medio camino entre Santander y la villa de Bilbao. Solana es un asiduo de este blog y uno de los espacios gastronómicos que más he visto evolucionar durante los últimos años. Sin duda, estamos ante el restaurante cántabro estrellado más demandado. Gastronómicamente se acerca más a una renovada tradición que a la obligatoriedad de una creatividad de alta frecuencia per se. En su propuesta tanto el menú como la carta poseen la misma importancia, siendo el cliente el verdadero centro de atención del restaurante.
Culinariamente, Nacho Solana con el paso del tiempo ha ganado en finura y sutileza y se ha deshecho de algún atisbo de barroquismo con exceso de ingredientes. Con la experiencia ha conseguido ese conocimiento para agradar a diferentes tipos de comensales desde el más avezado gastronómicamente hasta aquellos que buscan sin saberlo un clasicismo renovado.
En Solana en este menú de 2020 se rehuye menos la dificultad gastronómica a través de la combinación de ingredientes no esperados. En este punto, Nacho sale eminentemente airoso en la mayoría de las ocasiones, consiguiendo una sutileza anteriormente desconocida. Año tras año, sin estridencias, pero sin pausa, se percibe en Solana un avance continúo basado en un porcentaje de osadía y otro mayor de trabajo y conocimiento. Nacho Solana es uno de esos cocineros de paladar selecto y al mismo tiempo transversal, de la cocina más tradicional a aleaciones menos concebidas, pero también convincentes. En cuanto a la sala, actúa de forma amable y convincente, aunque requiere de una mayor capitanía y orientación para hacer disfrutar de una oferta vinícola que se ha duplicado en dos años, llegando hasta las 700 referencias
Merece ser destacada la generosa apertura de los aperitivos. Sabores limpios, comprendidos y directos en un comienzo de origen tabernario y resultado espléndido. Además de en su abertura, el menú alcanza sus puntos álgidos con el póker marino conformado por bonito, tartar de gamba, salmón y apio y chipirón. Platos en su mayoría de alta afinación bien por afinidad o contraste que son sugerentes para el paladar y muestran la evolución de la cocina de Solana. Resulta gratificante percibir la inquietud de Nacho y el intento de desplazar sus lindes poco a poco hacia caminos menos concurridos.
Post completo en: http://www.complicidadgastronomica.es/2020/08/solana-2020/
Cocina 8,5
Servicio 7
Entorno 8,5
RCP 9
Es el punto pendiente; que la sala también acompañe, guíe y mime.
Pero por desgracia aquí no es el caso. Un saludo a los de La Pozona.
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