Son las 22,10 horas del sábado 23 de noviembre de 2013. A estas horas, debería estar sentado en la mesa del Prêt à porter de Azurmendi disfrutando de su gastronomía y de la compañía de unos amigos con los que hacía tiempo que habíamos quedado…pero no es asi, sin yo imaginármelo, estoy con mi compañera de vida de nuevo sentado en una amplísima mesa del Restaurante Solana.
Son cosas que pasan, siendo casi las 20,00 horas, la cena con los amigos se viene abajo por circunstancias que no vienen a cuento, y te preguntas qué haces ahora. La climatología te invita a quedarte en casa, pero yo no estoy dispuesto. Repaso mentalmente dónde podríamos cenar y mi compañera dice textualmente “yo iría al Solana”. Instintivamente me seduce mucho la idea y tan sólo queda realizar la llamada de urgencia para ver si hay mesa…nos confirman que sí.
El coche ya está en marcha, es casi una hora de camino en una noche cerrada de lluvia y frío. Adentrarse en esa zona un día como hoy es empresa de valientes…y esta noche lo somos.
Llegamos al restaurante, estacionamos junto a la entrada. Pocos “valientes”…nada que ver con cualquier mediodía. Al vernos entrar, nos reconocen por las dos ocasiones en las que hemos estado en poco tiempo y nos ubican en una mesa situada en una de las esquinas del comedor pegada al ventanal. En esta ocasión, la oscuridad de la noche no nos permite ver nada, tan solo nuestro propio reflejo en el cristal.
Luz cenital sobre la mesa, perfecta para poder visualizar las formas y colores de cada plato. Como en anteriores ocasiones, mantelería, cubertería, vajilla y copas de calidad y en perfecto estado.
Nos entregan la carta y nos dicen lo que hay fuera de ella, pero esta noche queríamos probar un poco de todo, queríamos ser sorprendidos. Se lo comentamos a la jefa de sala que nos propone que Ignacio nos vaya sacando platos a su antojo. Nos agrada mucho la fórmula y nos ponemos enteramente en sus manos.
El menú, sin nombre, yo lo llamaría en honor a nuestra aventura "una escapada en la noche". Fue el siguiente:
1-“APERITIVOS DE LA CASA” (invitación):
*CREMA DE CALABAZA CALIENTE CON VIEIRA A LA PARRILLA, MANDARINA, FLOR SILVESTRE Y HUEVAS DE PEZ VOLADOR: Cuenquito de crema de calabaza. Contraste dulce de la calabaza con la acidez de la mandarina y las huevas. La vieira jugosa que le daba el toque de sal perfecto. Mezcla de texturas en boca con espectacular sabor. Rico de comer un buen plato.
*TACO DE ATÚN MARINADO CON BIBERÓN JAPONÉS, CHOCOLATE BLANCO Y PISTACHO: Sabor profundo a atún, intenso. El biberón japonés a base de soja e ingredientes que sólo Ignacio sabe. Para mí sabor brutal. Pena que fuera el bocado tan pequeño.
2- “CARPACCIO DE VENADO CON MACARRONES DE FOIE Y VINAGRETA DE OPORTO”: Sobre el carpaccio, virutas retorcidas de buen foie que simulaban macarrones alargados todo ello regado con una potente vinagreta de Oporto. Plato muy sabroso y punto de sal perfecto. Por ponerle un pero, plato un poco “frío” para la climatología que estamos sufriendo. Quizá se disfrute más en primavera o verano.
3-“SARTÉN DE BOLETUS-EDULIS CONFITADOS EN ACEITE CON HUEVO COCINADO A BAJA TEMPERATURA”: Presentado en una sartencilla de hierro bien caliente, el huevo en medio y rodeado de boletus troceados. El boletus sabor total. He comido en varias ocasiones este otoño y este era el que más fuerza tenía. Rompimos el huevo (que casi se nos pasa por sacar la foto de rigor) y la mezcla con los boletus te hacía elevarte de la silla. Para mí exquisito.
4-“PAPADA IBÉRICA CON COLA DE CIGALA A LA PLANCHA SOBRE CAMA DE ALCACHOFA Y ESPUMA DE SOJA”: Papada de cerdo “Pío Negro” de Navarra, crujiente por fuera y tierna por dentro…sabor brutal. La cola de cigala en su punto perfecto, jugosa. La alcachofa como siempre bordada. Todo junto para mí el mejor plato de todos los del menú. Plato intenso y potente donde los haya. Consigue unos registros de sabor que difícilmente se alcanzan. Me ha dejado “tocado”. Plato que a ciertas personas les pudiera echar para atrás por la grasa de la papada pero para aquellos que nos gusta todo, se sitúa en la excelencia. (Ver foto)
5-“TRONCO DE PULPO ESCABECHADO CON ESENCIA DE BERGAMOTA”: Presentado tapado por una campana de cristal, al levantarla se dispersa todo el aroma de bergamota (cítrico) que impregna el ambiente. El pulpo en un punto, muy bueno. A mí personalmente me gustó pero quizá tenía demasiado sabor y aroma a bergamota. Sin embargo a mi compañera le encantó…cuestión de gustos.
6-“SALMONETE DE ROCA (DE ADELANTE / ATRÁS) CON SALSA DE SUS PROPIAS ESPINAS”: Este es un pescado que Ignacio mima y disfruta preparándolo y se nota en el resultado. Salmonete sin rastro de espinas ni de escamas. Punto de cocción perfecto. Sabor puro a salmonete acompañado de un fumet hecho a base de sus propias espinas que potenciaba si cabe más el sabor del pescado. Otro plato que nos enamoró. Excelente. (Ver foto)
7-“BECADA ESTOFADA CON TOSTA DE SUS HÍGADOS”: Se presentan los muslitos y la pechuga del animal. La pechuga poco hecha, como a mí me gusta. Sabor muy intenso. Los muslitos prietos, como buena carne de caza. De este plato disfruté de lo lindo ya que me trajo recuerdos de mi niñez. Mi compañera, que no disfruta tanto de la caza, me cedió su disfrute. Se acompañaba de una barrita de pan untada con paté hecho a base de los hígados del animal, muy rica también. Especial mención haré a la salsa que acompañaba al animal…tuve que pedir más pan.
8-“PALETILLA DE CORDERO LECHAL CONFITADA SOBRÉ PURÉ DE PATATA Y ENSALADA” El mismo sabor que el cordero de mi madre, con eso lo diré todo. Sabor intenso, piel crujiente, sin huesos que entorpezcan el disfrute. Espectacular.
9-“MACEDONIA DE FRUTAS TROPICALES CON SOPA DE PIÑA, HELADO DE QUESO FRESCO Y ESPUMA DE COCO”: Aparentemente no esperábamos mucho de este postre pero resultó muy fresco, sabroso y refrescante. Creemos que contenía Kiwi, piña, mango, guayaba y granada entre otros. Con este postre Ignacio dio en el clavo. Después de tan copiosa comida, ayudó a aligerar el estómago y a prepararnos para lo que venía después.
10-“CHOCOLATE, ACEITE, SAL Y TOSTADAS DE PAN”. Este postre está inspirado en lo que hacía la abuela de Ignacio, que le daba una onza de chocolate con pan untado en aceite. En su homenaje, presenta en un plato una circunferencia de mousse de chocolate, sobre ella escamas de sal. Se vierte en el plato aceite de oliva virgen extra Dauro (variedades de Arbequina, hojiblanca y Koroneiki) ¡Vaya potencia de sabor! Un postre sencillo pero que te no te deja indiferente. Al coger el chocolate con la cuchara, se coge también el aceite que está en el fondo del plato y el sabor en boca es brutal, intenso. El pan que acompaña al postre, artesano, calentito y crujiente, redondea el plato. Creo que a más de uno le devolverá durante unos instantes a su infancia. (Ver foto)
Para finalizar la cena, nos sacaron la conocida “GOLMAJERÍA” (invitación de la casa), que en esta ocasión estaba compuesta por una “COPITA DE CREMA DE QUESO CON ESPUMA DE GUAYABA, MINI MAGDALENA DE MANTEQUILLA CASERA Y PEPITAS DE CHOCOLATE Y GOMINOLA DE GIN TONIC”. Todo muy rico. Un estupendo final.
Para acompañar la comida de nuevo degustación de panes: de cebolla, artesano y en esta ocasión la torta de aceite es sustituida por un bollito de pan de cereales. Yo eché de menos mi tortita de aceite…
De beber, en mi primera visita al restaurante probé un blanco denominado “Tuercebotas” que me gustó mucho. En esta ocasión probé su versión en tinto: “Tuercebotas” crianza 2010 (Graciano). Muy rico. (18 € Iva incluido).
Servicio de mesa, como en anteriores ocasiones en muy buen nivel. Agradables, manteniendo el protocolo; el trato en esta ocasión más cercano que las anteriores, pero sin agobiar para nada. Éramos tan sólo tres mesas en sala y nosotros también nos dejamos querer.
Todo lo descrito ascendió a 147,50 €. Es dinero, sí, pero cualquiera de los que por aquí navegan lo hubieran cambiado sin dudarlo por vivir esta experiencia. Para mí un precio muy ajustado.
Al terminar este disfrute desmesurado para los sentidos, ya solos en el comedor, se persona Ignacio que al vernos ya nos tiene “fichados” y se le escapa una sonrisa…siendo sinceros, hemos estado tantas veces comiendo que un tío tan feo como yo no le pasa desapercibido. Charlamos durante un rato largo y volvemos a tener ante nosotros a una persona humilde, que no olvida sus orígenes, teniendo en mente siempre la cocina su madre, que fue la de su abuela, trabajando duro con el producto de su tierra y de temporada.
Como siempre han hecho, se despiden de nosotros amablemente. Son las 01,40 horas y nos llevamos en la mochila casi 4 horas de disfrute. Una vez más, Igancio ha desplegado su magia, cada uno de los platos ha mantenido un nivel muy alto, alguno de ellos, para mí casi rayando la perfección. Me sorprende que no hayamos repetido ninguno de los platos que probamos en nuestras dos visitas anteriores...a eso le llamo yo tener recursos.
Cocina honesta como pocas, sin altibajos. Sigue desarrollando nuevos platos de forma continuada y no para de sorprender al comensal.
Montamos de nuevo en el coche, la noche se ha tornado más fría con el paso de las horas, y con una sensación de total satisfacción comenzamos el camino de vuelta a casa.
Mientras conduzco, mi mente se regocija recordando lo vivido y cuando ya se aprecian las luces de la gran ciudad, me doy cuenta que mi compañera está ya recordando lo vivido en sueños.