Muy agradable

Poco se puede añadir a lo dicho en los otros comentarios sobre la privilegiada ubicación del restaurante con decoración minimalista y acorde con el entorno. En cuanto a la comida funciona con un menú corto (45) y otro largo (55), que a la vez sirve de carta pudiendo elegir cualquiera de los platos indicados como ración. Elegimos los dos pudiendo comprobar una cocina moderna que juega mucho con los contrates de sabores como el steak tartare con sopa de coco y manzana acompañado con helado de mostaza. También destacar los postres como la infusión de fresas y raviolis de queso ahumado. La carta de vinos quizá muy particular.

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